La comedia que ha representado este personaje es propia de aquellas tramas que reúne cosas impensables e inverosímiles para agradar a unos y a otros. No importa que máscara tenga que usar como cualquier saltarín en apuros, el todo es que su acrobacia le salga bien y se pueda ubicar donde quiere.
Por eso, las piruetas rocambolescas del concejal Rosas de estar con Dios y con el diablo, no asombran a nadie. Salió por Progresistas precisamente en una de ellas, donde se conformó una lista con harina de varios costales y muchos intereses, después de la consulta liberal que se realizó hace casi cuatro años, que ganó el hoy funesto alcalde de Ibagué.
En aquella oportunidad, Pablo Emilio Salas (El Pastuso), presentó al citado concejal al grupo y recibió el aval en documento que firmaron Marco Emilio Hincapié y Rodrigo Vera en la Registradora Municipal, por Progresistas, cuyo símbolo era una estrella roja de ocho puntas, distinto al movimiento de Petro, no obstante, las coincidencias políticas. Además, en aquella época aun no existía la Alianza Verde, que integra hoy a los Progresistas en todo el país.
Este hecho, para algunos es causal de doble militancia de Rosas, quien hoy intenta tener el aval de la Alianza Verde para continuar en el concejo, ya que se trata de dos movimientos distintos pese a llevar el mismo nombre.
Pero el caso de William Rosas, también es el de una marioneta que Jesús María Botero y Luis Hernando Rodríguez, han movido sigilosamente a su antojo, lo han ubicado en las listas que han querido, pero además le han financiado sus campañas, entregados contratos, puestos y todo tipo de canonjías como fiel cumplidor de las orientaciones que les dan sus amos. No en vano, el concejal de marras fue ponente y defensor de los principales proyectos financieros que pasó Botero en su perversa administración y los de la actual.
Hacemos la anterior anotación, simplemente para ubicar la procedencia verdadera de Rosas, que se nutre y amamanta de la cloaca de Luis Hernando desde un comienzo, y por eso, obedece las órdenes de su verdadero jefe, el mismo orquestador y director de la campaña de su cómplice John Esper Toledo. Ahora se puede entender por qué Rosas, defiende la conducta cuestionable de Oscar Berbeo en los negocios con los contratistas de los Juegos Nacionales, el voto favorable al atraco de las foto multas y tantos otros pecados que tiene este sumiso concejal de la administración local.
William Rosas, no es Progresista, menos de izquierda, es un camaleón que cambia de color de acuerdo al momento y los intereses personales que defienda. No tiene principios políticos, mucho menos disciplinarios, es un transformista neto de la política.
Pero seriamos injustos si particularizamos esta situación en una persona, cuando en el país, los departamentos y los municipios existen transformistas políticos que no alcanzan los dedos de las manos para contarlos.
Para citar casos recientes de la actual campaña política: Óscar Barreto, que fue un furibundo derechista cuando era gobernador, hoy, oportunistamente, se balancea entre Santos y Uribe para pescar votos entre la paz y la guerra; Carlos García que lo conocimos siendo liberal, luego fundo un movimiento propio, paso más tarde a la U y ahora funge como uribista en el Centro Democrático.
Y ni qué hablar de Pompilio Avendaño y tantos otros que tienen más pasado que presente en la política del Tolima, como el propio Toledo que ayer era liberal y hoy de Cambio Radical y su mentor y jefe Luis Hernando Rodríguez, que faltando seis meses para las elecciones de conservador se volteó a liberal y hoy es nuevamente conservador, por razones ya conocidas. A esto unos lo llaman “dinámica política”, nosotros simple voltiarepismo.
Son contados los dirigentes que han sido consistentes en su ideario político, pocos los que han tenido dignidad para defender sus ideas, proyectos y programas. No nos sorprendamos con un saltarín más de la política.