Un informe realizado por el Ideam sobre el estado de los glaciares en el país reveló que el Volcán Nevado Santa Isabel, ubicado en el Parque Nacional Natural Los Nevados, perdió el 37% de su área, siendo el ecosistema más afectado en los últimos años.
Según el Instituto, esta pérdida se presentó en el período comprendido entre enero de 2016 y febrero de 2018, algo nunca antes registrado.
Las causas se atribuyen a su reducido tamaño (0,63 Km² para febrero de 2018), baja altitud (no supera los 5000 m.s.n.m), escasas precipitaciones de nieve y ceniza volcánica sobre su superficie.
El Nevado de Santa Isabel es una de las montañas de la cordillera Central de Colombia. Su cima se eleva a 4.965 msnm, y marca la frontera entre los departamentos de Risaralda, Caldas y Tolima
Asimismo, el informe señala que los volcanes nevados Ruiz y Tolima, incrementaron su tendencia de pérdida de área a 7% entre 2016 y 2017.
El documento también menciona que el área glaciar actual de Colombia es de 37 Km² (sierras nevadas El Cocuy ó Güicán y Santa Marta y cuatro volcanes nevados: Ruiz, Santa Isabel, Tolima y Huila); y que durante los últimos dos años se extinguió el 5,8% de esta área, correspondiente a 2,3 Km².
Un contexto temporal más amplio muestra que, desde 2010 y hasta mediados de 2017 aproximadamente, se redujo el área nacional en (8,4 Km²).
En este sentido, la Sierra Nevada de Santa Marta (6,71 Km² para 2017) mantiene una pérdida de 5.5%. Por su parte, la Sierra Nevada El Cocuy o Güicán, el glaciar más extenso del país (13,3 Km²), permanece relativamente estable con un ritmo de pérdida anual de 4,8% desde 2017 gracias a copiosas precipitaciones de nieve (por ejemplo, durante el primer semestre de 2018 se acumuló un metro de nieve, algo inusual en los últimos años). El glaciar más meridional colombiano, el Volcán Nevado del Huila, mantiene una reducción de área de 2,7% a pesar de su actividad volcánica.
En general, los quizás últimos nevados colombianos, continúan con tendencia al derretimiento, aunque cada uno a su propio ritmo.
El proceso se atribuye a múltiples causas, entre ellas, la especial sensibilidad de estos nevados ecuatoriales a las condiciones climáticas mundiales, regionales y locales, y a particularidades geográficas físicas, como diferencias en la altitud de los glaciares, topografía particular o por estar ubicados en zonas volcánicas activas.