En lo que va corrido de la toma de tierras por parte de las comunidades indígenas del norte del Cauca, han sido asesinadas dos personas y el saldo de violencia “legítima” por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía Nacional, ESMAD, deja por lo menos 30 heridos.
Las cifras son entregadas por el columnista Alfredo Molano en su columna del pasado domingo en El Espectador. Las cifras oficiales por ahora no registran muertos, aunque sí algunos lesionados de gravedad (indígenas) que no se atribuyen directamente a la fuerza pública.
Por el contrario, se ha hecho hincapié en que las comunidades han utilizado armas no convencionales en contra de los uniformados, dejando un saldo importante de agresiones graves.
La versión oficial (es decir, de los medios de comunicación oficiales) se ha concentrado en una tesis ya bastante machacada: las autoridades presumen que en las protestas hay infiltrados de las Farc y del ELN, si es que no todo un frente de cualquiera de esas dos guerrillas, hecho del cual se infiere que no se trata de una protesta pacífica, e independientemente de las razones que la justifican, legítima.
En resumen: se reproduce al pie de la letra la vieja fórmula mediática para deslegitimar toda medida de hecho de la ciudadanía que pretenda reclamar los derechos que el Estado le debe:
1. Dar tratamiento de orden público a la situación, 2. Restar su carácter político, despolitizar completamente o cuando menos, banalizar 3. Reproducir ad infinitum la versión de las autoridades, 4. Buscar afectados indirectos por las protestas, 5. “Demostrar” que los quejosos han maltratado a las autoridades (ignorar lo contrario), 6. Hacer énfasis en las actuaciones controversiales o que pueden ser vistas como ilegales, ilegítimas o perversas por quienes podrían simpatizar con ellos; 7. Entregar información descontextualizada.
Todo ha sido aplicado a la problemática del Cauca. Lo interesante de la manera como se in-forma (o se da forma) sobre estos hechos en Colombia, es que es meridianamente distinta al cubrimiento de las protestas en Venezuela.
En el vecino país se habla abiertamente de “represión”, “autoritarismo”, “abusos del régimen”, “asesinatos de civiles”, “inocentes desaparecidos”, “presos políticos”, etc., y los sujetos de la protesta no son presentados como vándalos que atacan a la fuerza pública sino como “luchadores por la democracia”, “defensores de los derechos humanos” cuya acción naturalmente desafía la injusticia empotrada en el Estado.
Muchas veces he querido contar los minutos que la oposición venezolana pasa en la pantalla, los micrófonos y los titulares de los medios colombianos. De lejos, hablan mucho más que la oposición colombiana… y, como es el caso, que las comunidades indígenas, silenciadas desde que el criollismo empezó a construir – a su imagen y semejanza – el territorio de la nación.
Sin embargo, la fórmula más exitosa del “círculo mediático” se llama Nicolás Gaviria. Las redes sociales están inundadas de memes, montajes, parodias, y por supuesto, de vídeos: de hace una semana, de hace dos meses, de hace seis… pareciera que la Policía estaba esperando este momento.
¿Cuántos vídeos más tendrán en sus celulares? Esperemos a que haya necesidad de reprimir violentamente otra protesta para tender la cortina de humo.
Secretario Asociación Sindical de Profesores Universitarios, ASPU – Tolima.
Twitter: @andresconsuerte