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Desesperación, frustración y temor . Estos tres sentimientos se mezclan entre los acompañantes de los pacientes que son atendidos en la unidad de urgencias del hospital Federico Lleras Acosta, en la sede del barrio Limonar.
La mala atención, la prolongada e incómoda espera y el miedo a denunciar, son el pan diario en este centro asistencial, intervenido desde septiembre del año 2014 por parte de la Superintendencia Nacional de Salud.
Los pacientes, por lo menos en cinco casos conocidos por ELOLFATO.COM, debieron esperar más de siete horas para que los atendieran. Una de las afectadas en una joven de 18 años a quien llamaremos Carolina, porque pidió no ser identificada para que en el hospital no tome represalias en contra de su padre, quien llegó con problemas en su corazón.
Cuenta que eran las 9:00 de la noche del lunes cuando trasladó de emergencia a su padre hasta la unidad de urgencias de Federico Lleras. Él había llegado a su casa, proveniente de Bogotá, y repentinamente se desvaneció, aparentemente por el cansancio.
Dice que la sala estaba llena y el personal médico era insuficiente para el número de pacientes que estaban en espera. “No los atienden rápido (a los pacientes), nosotros llegamos como a las 9:00 de la noche y nos atendieron a las 4:00 de la mañana, no nos dejaron ir a comer, y tampoco dan comida”, asegura.
La madrugada fría y la falta de atención provocaron la ira de los enfermos y sus acompañantes. Los primeros en arremeter contra los funcionarios fueron los familiares de una joven que llegó al centro asistencial con cortes en su cuerpo.
“Llegó una niña cortada, una muchacha, la dejaron ahí que se siguiera desangrando, venía muy desangrada, entonces se pusieron muy bravos, y eso pelearon. Llamaron Policía y todo”, recuerda Carolina, en voz baja para evitar que los vigilantes se enteren que estaba dialogando con los periodistas.
Otro caso impactante fue el de una madre que llegó con un bebé de brazos. “A un bebecito no lo querían atender, que porque no habían camillas. La mamá lloraba y le decía que no necesitaba camilla”, relata.
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Carolina sostiene que apenas hasta las 12:00 del mediodía del martes, su padre había recibido una atención básica y le habían asignado una cama, pero no le suministraron los medicamentos que requería después de su complicación cardíaca.
La Superintendencia Nacional de Salud asegura que la unidad de urgencias del hospital Federico Lleras Acosta, como todas las del país, tiene días y horas de mayor congestión, y que seguramente hubo dificultades en la atención en la madrugada del martes, pero que la intervención está buscando subsanar no solo los problemas financieros y jurídicos, sino también la calidad en la prestación de los servicios de salud.
Por su parte, Nelcy Gómez, presidenta de la Asociación Nacional de Trabajadores (Anthoc) seccional Tolima, expresa que estos hechos demuestran que el hospital aún esta en crisis y que aún hay dificultades en suministro de medicamentos a los pacientes, a quienes ya ni siquiera les pueden ofrecer alimentación cuando superan las seis horas de espera en urgencias.
Gómez sostiene que la gerencia del hospital decidió suspender, desde el primero de febrero, la alimentación a los pacientes que permanecieran bajo observación médica en la unidad de urgencias del barrio Limonar.
Lamenta que afecten de esta manera a los usuarios que, en su mayoría, son de escasos recursos económicos, y no tienen la posibilidad de llevar los alimentos o comprarlos en la calle.
Javier Villareal, Superintendente Delegado de Medidas Especiales de la Supersalud, advierte que los pacientes en el área de urgencias no pueden permanecer más de 6 horas, por lo tanto no requieren de alimentación.
Pero una cosa es lo que dicen las normas sanitarias y otra muy distinta es la realidad en la unidad de urgencias del hospital Federico Lleras, donde evidentemente los tiempos de espera son prolongados y hay pacientes que deben permanecer en observación.
