Un samán y una ceiba, los dos gigantes testigos de la historia de Ibagué

Ibagué ha tenido dos testigos importantes de su historia: el samán y la ceiba que se encuentran ubicados en la plaza de Bolívar desde hace más de 100 años. Estos dos árboles de gran altura han acompañado a los ibaguereños en diferentes etapas de la ciudad y han logrado sobrevivir a los cambios y remodelaciones urbanísticas de su entorno.

Según el historiador Álvaro Cuartas, fue aproximadamente en 1904 cuando se sembraron estos individuos arbóreos. «Fue por decreto municipal que se determinó que se debía hacer una siembra de árboles, porque para esa época la plaza de Bolívar era el lugar del mercado y las ferias, por lo tanto estaba desorganizado y sucio«, afirma.

El libro ‘Ibagué, ayer, hoy y mañana’ dice «que uno de los primeros reformadores de la Plaza, don Jesús Arbeláez Echeverry, alcalde de la ciudad desde 1904 hasta 1907, fue el sembrador de los cámbulos, samanes y ceibas que la bordean y que en ese noble empeño los acompañaron los presos políticos, liberales combatientes de la Guerra de los Mil días»

De igual forma, Cuartas asegura que en ese momento los mandatarios locales comenzaron a pensarse la ciudad para que fuera más agradable, «con un concepto paisajístico, que llenara el lugar de vida«.

En cuanto a sus características actuales, Germán Oyuela, director del Jardín Botánico San Jorge, comenta que estas especies, además de ser altas, son muy resistentes y de rápido crecimiento.

«La ceiba se estabiliza a los 12 años aproximadamente, y tiene una altura de 60 metros. Para que su crecimiento sea adecuado se necesitan ciertos nutrientes en el suelo. Además, tiene una caracteristica muy particular y es que cuando va a florecer pierde todas sus hojas, por eso algunas personas creen que está enferma o que se está muriendo», comenta Oyuela.

Y sobre el samán, manifestó: «Se trata de un árbol aparasolado, es decir, que genera una amplia sombra debido a que sus ramas son largas con gran cantidad de hojas que cubren del sol la superficie. Tanto el saman como la ceiba producen un microclima en el lugar donde se encuentran».

En cuanto a  su importancia para el ecosistema, Oyuela afirma que en un ambiente natural sirven de refugio para los animales como roedores, pájaros e insectos que pueden ocultarse en su tronco o ramas.

Por supuesto, asegura que todavía le queda suficiente vida a ambos árboles para sigan siendo parte de la historia de la capital del Tolima.

Por: ADRIANA MARTIN

Foto: elolfato.com/hernando bazurto

Fecha: domingo - 23 octubre - 2016