Confieso que durante esta semana he vivido un carrusel de emociones. Del desasosiego que sentí al finalizar la tarde del domingo por los resultados del plebiscito pasé a la incertidumbre sobre el futuro de nuestra nación, luego a la preocupación por los efectos colaterales de dicho resultado en la economía y en las propias instituciones.
El miércoles, la mañana inició para mí con sensaciones de esperanza al ver las reuniones en Casa de Nariño y así terminó al ver a miles de jóvenes en la noche reclamar por un futuro sin guerra. El jueves, me sentí indignado al leer las declaraciones del gerente de la campaña del No sobre cómo manipularon a través de mentiras y tergiverzación desde las redes sociales los sentimientos de millones de colombianos que no leyeron el acuerdo.
Hoy viernes revelo que estoy profundamente emocionado por el premio Nobel de paz entregado a Juan Manuel Santos.
Al escuchar la noticia vinieron a mi mente los cientos de rostros de victimas que han sufrido el conflicto armado y los de los jóvenes y niños que podrían sufrir la guerra o vivir la paz. Mientras escuchaba la noticia, todas esas emociones se juntaron en mi pecho en unos cuantos segundos y comprendí, una vez mas, que la lucha por un mejor país en paz debe ser una obligación para todos.
Este galardón en cabeza del Presidente reconoce no solo el esfuerzo del Jefe de Estado, sino de millones de colombianos que desean poner punto final al conflicto. Llega en un momento crucial para el proceso como un mensaje para terminar la guerra.
Este premio de paz es un estimulo para todas las partes, para que se busque un acuerdo que fortalezca la nación y la democracia, un acuerdo que ponga punto final al conflicto que permita alcanzar una paz estable y duradera.
Y como los colombianos somos como somos, y nuestra condición humana es como es, ahora más que nunca debemos rodear al Jefe de Estado para que continúe con mayor fuerza en el empeño de alcanzar la paz para Colombia.
Como resultado del plebiscito, el presidente Santos ya confirmó que trabajará por mejorar el acuerdo, pero para ello necesita que los lideres de las Farc y el propio Álvaro Uribe entiendan que los intereses de la Nación están por encima de los intereses particulares.
Este premio es un espaldarazo no solo al presidente y a su grupo negociador, sino a los miles de colombianos que trabajan por la paz: debe entenderse como un apoyo a la decisión de impulsar un amplio dialogo nacional que revitalice el acuerdo.
De mi parte, como un ciudadano, más felicitaciones al presidente Juan Manuel Santos por este reconocimiento, y me atrevo a afirmar que como yo hay miles de tolimenses que seguiremos trabajando y defendiendo el anhelo de paz.