Como parte de nuestra preocupación e interés por el más ambicioso proyecto vial y de infraestructura que se ha ejecutado en la historia de nuestro país, acompañamos hace unos días al presidente de la República, Iván Duque, a una visita técnica de inspección de las obras del denominado Cruce de la Cordillera Central, Túnel de La Línea, el que se adelanta entre los departamentos de Quindío y Tolima.
Han sido evidentes, durante las últimas décadas, los inconvenientes para el cumplimiento del cronograma de ejecuciones, debido a impases con contratistas, líos jurídicos, financieros y técnicos, además de las dificultades propias del desarrollo de la obra y las afectaciones en materia medio ambiental, lo cual ha generado una serie de dilaciones que afectaron el normal avance de las labores.
La construcción del túnel de La Línea data de más de un siglo, pues desde décadas pasadas se consideró el cruce para minimizar el tiempo de desplazamiento entre dos puntos estratégicos, como son la capital, Bogotá, y Buenaventura, el más importante puerto colombiano sobre el océano Pacífico, tramo que alberga más del 50% del comercio internacional. El sueño, que se ha convertido en pesadilla, comenzó en 2008 cuando salió la licitación, la que fue adjudicada al consorcio Segundo Centenario. No obstante, para ello fue necesario que en 2004 se iniciaran las tareas de construcción del túnel piloto, el 30 de septiembre de ese año. La perforación finalizó el 2 de agosto de 2008, mientras que en diciembre de 2009 se inició la construcción del principal y se pactó que sería entregado en julio de 2013.
Ya estamos en enero de 2019 y luego de cerca de una inversión que supera los 2 billones de pesos, ni el túnel, de 8,5 kilómetros que atraviesa la montaña, ni sus obras complementarias que incluyen cerca de 25 túneles (incluyendo el central), 31 puentes, 18 kilómetros de segunda calzada y 3 intercambiadores viales, han sido entregados al país y al servicio de una economía que requiere de este megaproyecto para avanzar en competitividad.
Luego de la cancelación del contrato en 2016 al Consorcio Segundo Centenario, en cabeza del señor Carlos Collins, debido a reiterativos incumplimientos, el actual jefe de Estado, Duque, encontró al asumir su mandato en 2018 un proyecto desfinanciado y paralizado en varios sectores, lo que obligó al gobierno nacional a crear una gerencia especializada en la obra, asignando recursos adicionales por $620.000 millones, medida con la que se espera se culmine el túnel y sus anexos, para ser entregada a los colombianos en diciembre de 2020.
Dentro de las medidas que oficializó el presidente Duque en su visita dijo que para la ejecución de estos recursos, Invías inició tres procesos licitatorios, los cuales tuvieron publicación de pliegos definitivos el 31 de diciembre de 2018. El plazo para realizar las obras de las tres licitaciones se estima en 19 meses a partir de la legalización de los contratos, hecho que garantizaría la entrega del Cruce Cordillera Central en la fecha estimada. A su vez, se debe tener en cuenta la instalación de los equipos electromecánicos en el túnel, así como la revisión, mantenimiento y si es el caso los respectivos reforzamientos a las obras ya ejecutadas, puesto que algunas llevan años de haber sido construidas y han estado a merced del tiempo y las condiciones climáticas.
Reconocemos el importante esfuerzo del Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Iván Duque, de inyectar estos dineros para alejar la pesadilla de un sueño que han tenido no solo los departamentos de Tolima y el Quindío, sino todo el país, en razón de que el megaproyecto es urgente para el crecimiento económico y comercial de la Nación, contribuyendo a reducir las horas de desplazamiento entre Bogotá y Buenaventura, mejorando la competitividad. Acompañamos esta solución, que desglosó el jefe de Estado, por encima del déficit económico y dificultades que se han tenido, porque el túnel de La Línea es para toda la economía de un país.
Esperamos no exista una nueva frustración, creemos que no, con el compromiso del Presidente Duque.