Stefany Forero tiene 28 años. Es patrullera de la Policía del Tolima y hace 10 meses se convirtió en mamá. Hoy es un ejemplo de empoderamiento dentro de la institución. Pese al esfuerzo que debe hacer para cumplir con sus obligaciones como profesional y madre no desfallece.
Desde que era una niña supo que su vocación estaba dentro de la Policía Nacional. Su padre y tío quienes también pertenecieron a la Institución fueron su gran ejemplo. De ellos heredó su vocación de servicio.
Mientras estudiaba el técnico profesional en Comunicación Social y Relaciones Públicas en la Cun, ponía todo su empeño para ser seleccionada por la Policía. Fueron varios intentos, pero como se dice popularmente, la tercera es la vencida y en esa última prueba, Stefany logró ingresar.
En los cuatro años de servicio que lleva cuenta que ha pasado por dos momento muy difíciles. El primero llegó cuando la enviaron a cumplir labores al Guaviare. Entonces tuvo que pasar por el dolor de dejar a su familia. El segundo momento llegó ese día en el que dos rayitas le confirmaron que sería mamá.
En ese momento mil cosas pasaron por su cabeza, sintió que estaba en riesgo todo por lo que había luchado, más aún cuando recordó que debía asumir tal responsabilidad sola. Sin embargo, su espíritu de guerrera floreció aún más y en compañía de sus padres asumió el reto más importante de su vida.
“Fue muy difícil porque a veces el tiempo es corto y uno dice, si no tengo tiempo para mi cómo voy a tener tiempo para un bebé que necesita la total atención de su mamá. Pero gracias a Dios, la Policía a uno le brinda un apoyo incondicional a las mamitas. Además, recibí el apoyo de mis papás y la Policía me trasladó cerca de mi casa para que mis papás me pudieran ayudar con los cuidados del bebé”, recuerda Estefany.
Así empezó la aventura más emocionante de su vida. Todas las mañanas es una lucha contra el tiempo para compartir con su bebé, dejarlo bañado y arreglado antes de entregárselo a su mamá para poder ir a trabajar. Sus días favoritos son los jueves y viernes puesto que inicia labores a las 8:00 de la mañana y puede disfrutar más horas con su pequeño.
Los días menos agradables son los fines de semana, durante los cuales debe cumplir labores de vigilancia en los diferentes municipios del Tolima. Una labor que está en su sangre y hace con agrado, pese a tener su mente la mayoría del tiempo en su casa, con su bebé.
La Policía, una institución que protege a las madres
Para Estefany pertenecer a la Policía es otra de las grandes bendiciones que ha acompañado su vida. Allí, sus compañeros y superiores se han convertido en otro círculo de apoyo para ella y su bebé.
Con gran emoción cuenta cómo todos se preocupan por ella y acogen a su hijo cuando la visita como si fuera suyo.
“Acá nos apoyan mucho, es admirable cómo uno recibe el apoyo de los comandantes y compañeros, ellos no solamente piensan en uno si no en nuestros hijos y eso lo lleva a uno a enamorarse de la institución y trabajar fuertemente”, precisa Estefany.
Añade que se siente orgullosa de contar con un comandante como el coronel Jorge Eduardo Esguerra, quien siempre está presto a colaborarle a todos los miembros de la institución que lo requieran.
“Lo digo con mucho orgullo, aquí en el Tolima tenemos un comandante que es admirable en su forma de ser con las mamitas, y no solo con ellas, con todos los miembros de la institución, él se preocupa por la situación que particularmente tenga cada uno desde su parte humana”, cuenta.
Un corazón de madre que late todo el tiempo
Durante sus labores diarias, al interior de la Oficina de Comunicaciones Estratégicas conoce un sin número de casos de violencia que se presentan en el Tolima y que involucra a niños y adolescentes. Es en esos momentos en los que su corazón de madre late más fuerte y quisiera que su amor los protegiera a todos de los males que en muchas ocasiones apagan sus vidas.
“Manejar esos casos es muy complicado porque cuando uno los ve desde este ángulo de la vida uno se pone a pensar que en muchas ocasiones ese es el futuro que los mismos padres les inculcan a sus hijos y uno quisiera poder llegar a ellos, decirles cómo hablarles mejor, cómo tratarlos y guiarlos, pero no siempre es fácil hacerlo. Cuando hay casos de maltrato y violación es imposible no sentirse vulnerable y pensar que esas cosas podrían pasarle a mi propio hijo”, precisa la patrullera.
Su invitación a todas las mujeres y mamás que están leyendo su historia es a seguir sus sueños, no desistir de ellos en el momento en que a sus vidas llega un nuevo ser porque ellos se convierten en el «amor más grande de la vida» y en el motor que las impulsará siempre a ser mejores personas.