En varias oportunidades y desde hace ya bastante tiempo, he insistido desde esta columna de opinión que si la Justicia actúa investigando y condenando a los responsables del concertado y multimillonario desfalco al erario en Ibagué y el Tolima, se hace necesario destinar todo un pabellón del Centro Penitenciario y Carcelario de Picaleña para enjaular a los delincuentes de cuello blanco que desde sus posiciones como servidores públicos se han apropiado de estos recursos durante los últimos 20 años.
Ojalá la repentina venida del presidente Juan Manuel Santos a Ibagué el viernes pasado a inaugurar y entregar una nueva construcción de más de 10 mil metros cuadrados en el Coiba de Picaleña, sea un afortunado presagio de lo que deparan las investigaciones contra el denominado “Cartel del Tolima”, y no, un infortunado regalo de cumpleaños para nuestra querida Ciudad Musical, como se interpretó por varios medios de comunicación regional.
Recibir como regalo la ampliación del reclusorio de alta seguridad en donde se albergarán más de 500 nuevos presidiarios, no deja de ser paradójico y humillante, cuando las necesidades abundan para lograr concluir más de 15 obras de infraestructura vial, urbanística, cultural, de servicios públicos, educación y salud que yacen inconclusas en la ciudad, siendo esta una de las principales limitantes para el pleno y armónico desarrollo de la ciudad.
Mucha responsabilidad les asiste al gobernador Óscar Barreto y al alcalde municipal Guillermo Alfonso Jaramillo, acuciosos anfitriones del evento, quienes en lugar de estar unidos haciendo gestión, jalonando recursos y sumando pesos presupuestados para inversión, se hallan empecinados en disputarse cuadra a cuadra y mediante prebendas públicas e inversiones lisonjeras en los barrios y veredas, el favor electoral de las comunidades para sacar adelante y avante las candidaturas al Congreso de sus muy reconocidos pupilos.
Nada tenemos que agradecerle al presidente Santos por la millonaria inversión. Por el contrario, esto acrecentará la criminalidad que desde el Coiba de Picaleña cada día se hace más manifiesta mediante la comisión de los delitos de extorsión, estafa y hurto agravado y calificado, practicados por parte de la población carcelaria, que con los nuevos cupos llegará desde otras ciudades y con ellos el traslado a la ciudad de cuadrillas y compinches que harán el trabajo de campo y de calle de los nuevos jefes de banda reubicados.
Pésimo ingrediente adicional para la inseguridad que en la actualidad padece Ibagué, ya muy golpeada y afectada por el micro tráfico, el desempleo, la problemática social, el desplazamiento forzado de campesinos e indígenas y la conformación de bandas de delincuencia común y organizada que hacen cada vez más compleja y delicada nuestra convivencia pacífica y tranquila en sociedad.
Quiero creer de verdad que es solo un manifiesto presagio del presidente Santos, de ir pensando en ubicar a timadores del erario de Ibagué y el Tolima. Y que conforme lo han expresado de manera reiterada, tanto el Fiscal General Nestor Humberto Martínez, como sus representantes delegadas en la Regional del Tolima, el trabajo exhaustivo, sopesado y pausado va a mostrar eficaces resultados y la nueva obra será definitivamente el anhelado “Pabellón Tolima”.