María Magdalena Echeverry de Polanco fue la primera mujer en obtener un doctorado en genética concedido por una universidad colombiana. Aunque nació en Bogotá en 1949, aparece registrada en Armero y ha vivido toda su vida en Ibagué, ciudad donde estudió, se enamoró y desarrolló su ilustre trayectoria científica. Actualmente es la directora del grupo de Citogenética, Filogenia y Evolución de Poblaciones de la Universidad del Tolima, así como una de las científicas más destacadas del Departamento en los últimos 40 años.
La enseñanza empieza con el ejemplo
El amor por la ciencia y la investigación estuvo siempre en su vida gracias a su padre, el destacado científico botánico Raúl Echeverry, recordado por haber sido el fundador del Jardín Botánico y del Herbario de la Universidad del Tolima y porque, debido a sus descubrimientos, dos nuevas especies de plantas fueron nominadas en su honor: Baccharis Raulii Diaz & Cuatrecasas y Meliosma Echeverryana Cuatr.
“La mejor enseñanza de mi papá fue el ejemplo, además de mi padre, fue mi maestro en casa y en el aula”, dice María Magdalena. Y es que las enseñanzas de su padre lograron permear todos los ámbitos de su vida, desde lo familiar hasta lo profesional. “Su pasión era coleccionar plantas, era metódico para escribir las fichas de clasificación, quería que todo quedara perfecto«.
Enamorada de la Universidad del Tolima
Desde que su papá era catedrático en la Universidad del Tolima, María Magdalena lo acompañaba a las instalaciones, para ese entonces nacientes, del alma mater. “Él tomaba unas clases de inglés y yo, que apenas era una niña que estudiaba en el colegio oficial, lo acompañaba”, recuerda. Y este fue solo el comienzo de una larga trayectoria académica que todavía no termina.
“Me preguntan por qué no he dejado la universidad, es como si me dijeran por qué no he cambiado a mi marido: porque estoy profundamente enamorada de ambos”, resalta sonriendo.
Y es que su recorrido como estudiante empezó en 1968, cuando se inscribió al pregrado de Agronomía, para la felicidad de su padre. Sin embargo, un año después, María Magdalena decidió que su vocación estaba en la Biología y la Química.
Fue en 1973 cuando empezó a trabajar como docente en las asignaturas de Botánica, Genética y Biología. Luego, en 1982, obtuvo su maestría en Genética en la Universidad de los Andes y volvió a la Universidad del Tolima para ser la directora del Centro de Educación Permanente, lo que después sería la escuela de posgrados.
Las moscas, «un insecto hermoso»
Para 1991, María Magdalena ya tenía cinco hijos y una carga académica importante, pero esto no le impidió ingresar al doctorado en Genética que ofertaba la Universidad de los Andes. Según dice ella misma, en ese momento fue un riesgo que se atrevió a tomar gracias al apoyo de su esposo, Raúl Polanco: “era una decisión que debíamos tomar en familia porque yo tenía que estar aquí y en Bogotá. Iba para los seminarios y cuando estaba en Ibagué mantenía encerrada en el laboratorio”.
No obstante, a pesar de las dificultades, María Magdalena logró llevar a cabo un estudio cromosómico comparado con moscas. Y es que este insecto le llamó la atención desde el inicio de su carrera, motivo por el cual le dedicó sus trabajos de grado de maestría y doctorado al estudio de la composición genética de dichos insectos. Según ella, el estudio de la especie Drosophila o mosca de la fruta, como se conoce comúnmente, es un tema apasionante para un genetista, debido a la complejidad de los comportamientos de los cromosomas de este insecto.
Un modus vivendi
Así pues, fue hasta el 2005 cuando María Magdalena se involucró en investigaciones relacionadas con el cáncer. Gracias a que Luis Carvajal, uno de sus yernos y también genetista, la invitó a hacer parte de este tipo de investigación, esta científica decidió conformar un grupo para el estudio del cáncer colorectal en poblaciones mestizas.
Dicha investigación era una iniciativa del Cancer Research UK, organización ubicada en Londres, y haría parte de una red de estudios alrededor del mundo sobre el tema. Al final, María Magdalena aceptó y se creó el proyecto ‘Chibcha’ con el que se buscaba, por medio de más de 1.000 muestras, establecer niveles de riesgo del cáncer colorectal.
“No podemos decir que se encuentre un resultado específico porque no lo hay, simplemente sabemos que el cáncer es una enfermedad que no es, en su mayoría, hereditaria. Por lo tanto, encontramos familias donde un miembro tiene la información genética para desarrollar la enfermedad, pero los otros no”, puntualiza.
Y es que el más reciente logro de María Magdalena fue el primer puesto en la convocatoria de Glaxo Smith Kline para la investigación de cáncer de mama. El grupo de investigación, dirigido por ella, y conformado por Mabel Bohórquez y Rodrigo Prieto, también docentes de la Universidad del Tolima, compitió con más de 92 investigaciones de 32 países, pero al final fueron ellos los merecedores de la financiación de su estudio. De allí surgió un convenio con la Universidad de Oxford que todavía se mantiene.
“Fue una experiencia muy buena, aunque sabíamos que hay universidades del país que ya habían participado varias veces. Nosotros nos presentamos por primera vez y quedamos”. Para este estudio, la empresa Glaxo entregó $250 mil dólares que se invirtieron en el proceso de investigación, por ejemplo, en la toma de 1.300 muestras en poblaciones indígenas y mestizas.
Por supuesto, para María Magdalena la clave del éxito está en hacer las cosas bien: “a veces mis hijas me dicen que para mí nada está bien hecho, y yo les digo que hacer las cosas bien es mi modus vivendi”, concluye.