Para los profesionales de la salud el estrés no se considera una enfermedad, por el contrario, se toma como beneficioso, siempre y cuando la mente y el cuerpo trabajen sincrónizadamente para lograr adaptarse a las nuevas situaciones que lo desencadenaron, a esto se le denomina estresor.
Se trata del estímulo o suceso que provoca la respuesta del estrés, este puede ser externo o interno, físico o psicológico, real o imaginario.
Sin embargo, cuando el estresor por su intensidad y duración supera la capacidad personal de adaptación al cambio de alguien, es cuando surge el estrés crónico que genera vulnerabilidad y aumenta el riesgo de enfermar.
Los síntomas del estrés incluyen dificultad para respirar, insomnio, aumento de la tensión arterial, dolor de cabeza, dolor del cuello, ansiedad, estados de agresividad, irritabilidad, tristeza, problemas digestivos, ulcera gástrica, colon irritable, problemas de memoria y trastornos alimenticios.
Además, si este es crónico, puede producir enfermedades como la fatiga severa, el síndrome metabólico y el burn out o síndrome del quemado, entre otros.
¿Qué nos estresa?
No todas las personas se estresan con las mismas situaciones, pero podemos reconocer cuatro características comunes en estas; no siempre están presentes las cuatro, pero entre más se cumplan mayor será el grado de estrés.
La primera es la novedad, proviene de una incidencia nueva; la segunda es que sea impredecible; la tercera, es tener la sensación de no controlar algo; y la cuarta, es que represente una amenaza para nuestra personalidad.
Asimismo, estamos día a día en un ambiente competitivo que nos obliga a autoexigirnos, a sentirnos insatisfechos, a lidiar con nuestras inseguridades, y a tener baja tolerancia al fracaso o la frustración y esto nos expone con más frecuencia al estrés.
¿Cómo se afecta la salud con el estrés?
Hay efectos nocivos a nivel clínico y psicológico en la salud cuando el estrés es permanente, de igual manera se puede desencadenar una enfermedad o se agudiza alguna condición médica que ya se tenga. Puede suceder que con el estrés los pacientes con enfermedades crónicas tengan dificultades para adherirse al tratamiento o que tenga conductas que no te permitan llevar un estilo de vida saludable, como fumar y beber con más frecuencia y comer malsanamente.
Los daños a la salud se reflejan en enfermedades como la cefalea tensional, las enfermedades cardiovasculares, gastritis, colon irritable, enfermedades autoinmunes, acné y psoriasis.
¿Cómo abordar el estrés?
Podemos ser más resistentes al estrés si mejoramos nuestro bienestar físico y psicológico a través de una dieta saludable y equilibrada, y ejercicio físico constante. Nuestros recursos internos los podemos aumentar en lo que concierne con trabajar las creencias sobre nuestra capacidad de manejar la adversidad, la autoestima, los paradigmas religiosos, el sentido de confianza y resiliencia.
Igualmente, debemos fomentar recursos externos como los grupos de apoyo con los miembros de la familia y los amigos, que sin duda son amortiguadores para nuestras experiencias con el estrés
Fuente: Colsanitas.