Las redes sociales y herramientas comunicativas como el WhatsApp, nos permiten percatarnos de nuestra tremenda ingenuidad, que a mi juicio es peor que la ignorancia. Y es peor porque ser ignorante implica un simple desconocimiento, mientras que ser ingenuo conlleva a una completa carencia de sentido común, de capacidad de duda.
Ser ingenuos nos lleva a confiar ciegamente en cualquier cosa. Hemos perdido la “malicia indígena” de los viejos, que era, por decirlo de algún modo, ignorancia sin ingenuidad, el sano ejercicio de la sospecha.
“Atención a la ciudadanía, en las últimas horas ha estado temblando en diferentes países del mundo, especialmente en Suramérica… y en las últimas horas podría suceder en el centro de la cordillera Andina…”, dice una de las tantas cadenas enviadas a través de WhatsApp.
“El Noticiero Caracol demostró cómo se puede borrar fácilmente la X cuando se vote el No en el plebiscito con los esferos que van a poner en la mesa de votación…”, manifiesta otra cadena.
Pero mensajes como estos se unen a la larga lista de mentiras que circulan en las redes sociales, entre las cuales recuerdo un audio anunciando un paro camionero: “Familia prepárense porque se anuncia un nuevo paro camionero, peor que el anterior, abastézcanse…”. Y no podría pasar por alto uno de los casos más virales de información falsa: el muerto entre los tanques de Pony Malta.
De esa ingenuidad también se han percatado los delincuentes, por eso muchos ya no estafan y extorsionan “a la brava”, sino que simplemente inventan cuentos, como que un sobrino fue capturado con un arma, una plata que viene guardada entre un trasteo o que usted ha sido el feliz ganador de un automóvil.
No se puede decir que el fenómeno de los mensajes virales con información falsa sea únicamente consecuencia de la tremenda ingenuidad de nosotros los colombianos, pues vivimos en un país donde la realidad supera la ficción y donde los medios de comunicación van publicando cualquier cosa. Para no ir muy lejos, recordemos en Ibagué el falso desabastecimiento de gasolina o el caso del “pez-rata”.
De modo que no debe extrañarnos que en la actual coyuntura del plebiscito muchos vayan a votar por el No, convencidos de que Juan Manuel Santos es «castrochavista» y que se le está entregando el país a las Farc.
Seguramente, muchos de los que creen que Colombia va rumbo al «castrochavismo», también creen que se pueden predecir temblores de las próximas horas, y posiblemente no toman Pony Malta.