¿Qué tan profesionales somos las mujeres?

Por: LAURA ENCISO VILLAMIL

Para empezar, dejemos claro que cuando hablo de profesionales, no me refiero a la cantidad de títulos que tengamos guardados en nuestro estudio, o que en su defecto hayamos mandado a enmarcar.

Hablar de una mujer profesional va más allá de eso. Es definirnos como personas capaces de tener retos en nuestro trabajo, pero más aún, cómo mujeres que sin dejar de ser delicadas y a veces vulnerables, somos intachables en nuestro trasegar empresarial.

Por naturaleza somos todas emotivas y, en la mayoría de los casos, recibimos un trato diferente de nuestros jefes, cuando estos últimos son del género masculino. Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de un mundo laboral en el que, siendo muy sensata, como mujeres no somos tan buenas compañeras de trabajo y menos buenas jefes, si a nuestro alrededor hay un número mayor de féminas que de hombres?

En lo personal y, sin ánimo de subvalorarnos, considero que tenemos un nivel más bajo de profesionalismo; quizá sea porque para nosotras es inevitable dejar fluir nuestras emociones en cualquier ámbito de nuestra vida, o por el hecho, de que también por naturaleza tendemos a ser controladoras y un tanto egoístas con nuestros talentos.

En mi corta vida laboral, que no supera los seis años, tan solo en dos oportunidades he tenido como jefe directo hombres, y con esas me bastó para saber que no somos las más aptas para desempeñar roles que requieran tener a nuestro cargo otras mujeres, pues  es ahí donde viene el asunto de nuestro nivel de profesionalismo, ya que  es aún más bajo cuando nuestra subalterna, por ponerlo en lenguaje de rango, es una mujer.

Cosa que aún no he terminado de entender, quizá porque desde mi perspectiva de vida un tanto feminista, estoy convencida que como mujeres podemos lograr lo que queramos, pues además de introducir capacidad cognitiva, aportamos emociones y pasión a la tarea que desempeñamos.

Sin embargo, sí es completamente claro que somos envidiosas, inseguras y que aún sin hacerlo intencionalmente, somos las mayores causantes de que en la vida laboral los espacios para nosotras no se abran de manera fácil. Somos expertas criticando a nuestra copartidaria de género, y cuando hablo de criticar, es criticar TODO, desde el decorado de las uñas hasta si tiene horquilla en el pelo.

Nos cuesta demasiado trabajo aplaudir y dejar brillar a esa que sin estar pasando por encima de nadie, es buena como empleada, como jefe, como líder, es querida en el mundo laboral y desarrolla cabalmente la tarea o actividad que le asignen.

Y si a eso le sumamos que además de ser inteligente tiene un atractivo físico ideal, que no cae en la vulgaridad sino en la belleza sutil y delicada; ahí la terminamos de aplastar y buscarle el quiebre en lo que sea que dé – como se dice coloquialmente – papaya.

Nos falta mucha evolución emocional y empresarial para vernos a nosotras mismas. Así que hoy, a través de este espacio y gracias a experiencias recogidas durante mi pequeña vida laboral, tanto personales como de otras, les digo a todas y cada de ustedes, mujeres, que nos tratemos con amor, con solidaridad y sobre todo con profundo respeto.

No nos veamos como competencia, veámonos como aliadas, trabajemos de verdad en equipo y no nos levantemos día tras día buscando cómo dañarle la fama a la otra, cómo estropearle su trabajo y cómo opacar su brillo. Liberémonos de eso, y miremos todas con admiración a esa que puede llegar a ser mucho mejor que nosotras, reconozcámosle sus talentos y volvámonos buenas compañeras para aprender de la otra pues “unidas somos más y siendo más somos más fuertes y más lejos podemos llegar”.

@Enlasa_te

Foto: SUMINISTRADA

Fecha: lunes - 14 enero - 2019