El populismo, técnicamente hablando es un concepto propio de las ciencias sociales y más particularmente estudiado por la ciencia política; pero como todo concepto polémico -porque forma parte del argot popular- está recargado de diversos contenidos y significados, lo cual lo ha convertido en un concepto ambiguo, poco claro.
Por ello el populismo soporta variadas definiciones, tal vez lo más común, para nosotros los ciudadanos de a pie, es referirse al conjunto de prácticas o estrategias políticas, cargadas de discursos demagógicos; a tal punto, que configuran un verdadero estilo de gobierno, incluso un estilo que paradójicamente la misma población demanda a sus gobernantes.
No nos gustan mucho los líderes silenciosos, que poco hablan o que no los veamos en los medios de comunicación normalmente hablando de lo que están haciendo o por hacer, frecuentemente promesas y golpes de pecho.
Recordemos por ejemplo, las declaraciones de la Ministra de Educación María Fernanda Campo frente a los resultados de la prueba Pisa, donde Colombia quedó en el último lugar. Dijo –En W Radio el primero de abril- que la prueba se había hecho hace dos años, por computador, que era opcional, pero que Colombia tuvo el ‘coraje’ necesario para dejarse evaluar en todas las pruebas y que el actual gobierno era el primero que le apostaba a la calidad de la educación. Eso es demagógico…ahora seguramente tocará valorar el ‘coraje’ de la decisión, aunque la calidad de la educación esté en veremos.
Pero, así el concepto no sea tan específico, lo que sí es claro que el populismo se reproduce con mucha facilidad y hace metástasis en contextos de desequilibrios sociales, donde las promesas del gobierno de turno son el pan de cada día. También debemos ser conscientes que ayuda mucho al populismo el hecho que nuestras instituciones sean débiles.
Por otro lado, la historia de Colombia o mejor la historia oficial de Colombia, nos ha mostrado como la máxima expresión del populismo a Jorge Eliecer Gaitán. Recientemente los grupos tradicionales que ejercen poder político quieren empezar a tejer nuevas historias con el supuesto ‘populismo’ de Gustavo Petro. Lo curioso es que ambos son de posiciones políticas alternativas a las imperantes en los círculos de poder.
¿Y qué me dicen de Álvaro Uribe Vélez? En mi concepto, la mejor expresión del populismo enquistado en el poder. Basta recordar como llamaba a la reivindicación de la soberanía nacional frente a los vecinos, que le eran incómodos por sus posiciones políticas diferentes y los discursos populistas de unión frente a una probable crisis con los vecinos ‘narco- chavistas’.
Los temas propios del populismo son los propios de las democracias débiles y hacen referencia principalmente a la unidad nacional y a la materialización de derechos. Todo esto, expresado en la soberanía nacional, el fortalecimiento de las garantías ciudadanas, la participación política de las minorías, los derechos de grupos étnicos, etcétera. Estos temas alimentan los discursos populistas, que perversamente enfatizan en la polarización de la gente, produciendo fuertes reacciones emocionales del orden de “Nosotros los desposeídos”, “Ellos que lo tienen todo” y algo así como los buenos y los malos.
La expresión máxima del populismo es el discurso, pero no cualquier discurso -debe ser demagógico- ni hecho por cualquier individuo (se requiere un líder). Los líderes populistas, tiene ciertas características muy visibles: son carismáticos, histriónicos (hasta lloran en público), paternalistas (alzan a los niños), con un poderoso ego y con un cierta imagen de transparencia u honestidad (real o no). Estos líderes populistas impactan al pueblo y dan una sensación de fortaleza omnipotente; pero lo perverso de este ejercicio es que ellos mismos se adjudican la representación de ese pueblo, incluso por encima de las Instituciones.
Colombia es un país de muchos y variados discursos que coexisten sin mayores problemas, como por ejemplo la reforma constitucional vs. Respeto a la Constitución y la independencia de los poderes del Estado vs. interdependencia de los poderes, sin mencionar temas álgidos como el fuero militar o las competencias del Procurador. Todo esto posibilita el populismo, se debilita la frontera entre bienes públicos y privados y poco a poco se empieza a tejer una red de impunidad.
Para seguir pensando: la relación entre populismo, corrupción, e impunidad.
Docente universitaria.
Populismo, el primo hermano de la corrupción
Por: SRM