A sus 58 años, Eduardo Díaz labora en la Unidad de Correspondencia y Atención al Ciudadano de la Gobernación del Tolima. Ha pasado por varios cargos a lo largo de sus 32 años de servicio, y su condición de sordera no ha sido un impedimento para cumplir un horario, desempeñar ciertas funciones y ganarse un salario mensual.
La comunicación con sus jefes y compañeros de trabajo ha encontrado sus propios códigos, pues todos se han adaptado a los recursos posibles para entenderse. En Ibagué, Eduardo vive solo, y en sus ratos libres, suele ir a la iglesia y encontrarse con un par de amigos para compartir y jugar parqués.
Su vida profesional en la Gobernación del Tolima
Ante todo, a Eduardo no le agrada que lo llamen sordomudo, pues aunque no cuenta con el sentido de la audición, sí puede gesticular sonidos; por ello, prefiere ser llamado sólo sordo. Este hombre nacido un 18 de Octubre de 1.957 en el municipio de Honda, Tolima, se muestra jovial, servicial y porta con orgullo su carné de funcionario de la Gobernación.
Desde el 18 de julio de 1.984, fue vinculado a la administración departamental gracias a la oportunidad que le brindó el político conservador Maximiliano Neira Lamus, ingresando como auxiliar de servicios generales para velar por el mantenimiento y la buena imagen del edificio.
Más adelante, dada su habilidad para comunicarse con sus compañeros de trabajo y con los usuarios, se le asignaron funciones de mensajería interna, demostrando siempre responsabilidad y sentido de pertenencia con su institución.
Luego, pasó a apoyar directamente al grupo de correspondencia, clasificando y entregando documentos en las diferentes dependencias. Actualmente, debido a complicaciones en su cadera y otros percances de salud que le impiden subir escaleras o caminar permanentemente, hace parte de la Unidad de Correspondencia y Atención al Ciudadano; cumple un horario especial que va de 6:30 de la mañana a 2:30 de la tarde, y recibe un sueldo de $1.100.000.
Eduardo es responsable de la revisión diaria del correo y su clasificación, de la entrega de documentos a las unidades ubicadas en el primer piso de la Gobernación, de apoyar la seguridad de la oficina, y es además interlocutor de los ciudadanos con ausencia del sentido auditivo. Sus jefes inmediatas son Claudia Solano y Gloria Amparo Montealegre, esta última quien afirma que “siempre hemos tenido una buena relación…él también ha aprendido a ser hábil con los números, y a identificar patrones mínimos de lectura y escritura”. Gloria, se refiere a que cuando un documento debía ser llevado a algún piso de la Gobernación, ella le escribía a Eduardo en el papel el número del piso, y él se guiaba por las escaleras que subía hasta llegar al lugar designado.
El hombre detrás del cargo
Con sus padres y cuatro hermanos, Eduardo Díaz pasó su infancia en Honda jugando fútbol, pero rápidamente salió de casa, y sin terminar sus estudios, para vivir en Cali unos años. Allí, trabajaba en los empleos que podía conseguir, y le ayudaba un amigo, hasta que en la década de los 80’ llegó a Ibagué. Es separado, y tiene tres hijos que no heredaron su condición. Entre semana, se levanta temprano a cumplir su horario de trabajo, y al regresar a casa, acostumbra ver televisión. Los viernes suele reunirse a compartir un juego de parqués con un par de amigos, y los domingos asiste a la Iglesia Catedral.
Eduardo es de buen apetito, y le agrada el clima de Ibagué. Aunque no puede escuchar música, sí le gusta ver bailar a la gente, y cuando se anima, se guía de su observación y de las vibraciones que siente en el suelo para llevar su propio ritmo, su propia cadencia. Habría querido ser abogado, pero le pareció difícil poder prepararse cuando la palabra es uno de los recursos estratégicos de un profesional de este campo.
Eduardo no pertenece a asociaciones de sordos en Ibagué. Aunque no domina el lenguaje de señas como tal, ha aprendido a leer los labios y a emplear ademanes o señas para entenderse con las demás personas. En sus 31 años de servicio a la administración departamental, ha visto pasar cerca de veinte gobernantes.
Su futuro lo deja en manos de Dios, por lo que sólo se preocupa por estar al pendiente de lo que sus jefes necesiten, y de cualquier asunto en que él pueda colaborar. Eduardo Díaz no es el único funcionario de la Gobernación del Tolima con esta condición; John, empleado de la Secretaría de Planeación, perdió el sentido de la audición desde niño. Ambos, tienen una buena amistad y comparten tiempo extralaboral.
Eduardo Díaz Delgado es un fiel ejemplo de perseverancia y responsabilidad. Cuenta con el respeto y admiración de sus jefes y compañeros de trabajo. Tiene un buen sentido del humor, y su inteligencia y habilidad para hacerse entender a quien no conoce el lenguaje de señas, es innegable.
Es además prueba de que las diferencias entre los seres humanos, no son impedimento para tener una convivencia afable. A Eduardo puede encontrársele en el primer piso de la Gobernación del Tolima, siempre presto a un buen saludo y con un aura que sencillamente, deja a cualquier visitante sin palabras.
*Un agradecimiento especial a Sandra Garzón, funcionaria del área de Salud Ocupacional de la Secretaría de Salud, pues sin su intermediación en el lenguaje de señas, no habría sido posible la entrevista.