Aunque este debate electoral aparece muy confuso, puede entenderse lo que pasa siempre que no se pierda de vista que se escogerá entre continuismo y cambio y se consideren los siguientes elementos.
1. Colombia está muy mal si se piensa en su enorme potencial, de los mayores del mundo. Porque tenemos un gran territorio lleno de recursos y una ciudadanía muy trabajadora y creativa. Luego el país debería funcionar con niveles de bienestar muy superiores a los exiguos que padecemos.
2. Cuatro pruebas reina del drama nacional. A. Colombia produce muy poca riqueza por habitante y con un peso enorme de las materias primas en esa producción, como en la Colonia. B. ¡75 de cada cien colombianos están en el desempleo o el rebusque!, condición ignominiosa de la que poco se habla. C. Es normal que a las mujeres, los niños, los indígenas, los negros y los LGBTI los maltraten y hasta los asesinen por el simple hecho de ser lo que son. D. El acuerdo del Frente Nacional para ganar las elecciones mediante el clientelismo y la corrupción, que se mantiene, hizo de Colombia uno de los países más corruptos del mundo.
3. No estamos así por una falla genética, como por ignorancia o viveza se afirma. El problema obedece a que hemos sido mal gobernados desde siempre y en especial luego del Frente Nacional y el gobierno de Cesar Gaviria. Nunca ningún gobierno se ha propuesto establecer en Colombia una economía de mercado y unas relaciones sociales y políticas parecidas a las de los países desarrollados.
4. Los responsables son los mismos con las mismas, porque son ellos los que han gobernado desde siempre y con unas políticas tan equivocadas que ni siquiera dejan crear más riqueza –la primera causa del problema del desempleo y la pobreza– y esta se reparte con una de las peores desigualdades sociales del mundo.
5. Todo montado sobre una corrupción política tal, que las relaciones entre los mismos con las mismas se rigen por el famoso CVY –Cómo Voy Yo–, de manera que el apoyo a cada decisión de la Casa de Nariño no depende de si beneficia o no al país sino de que sea pago, aun cuando solo favorezca a los pocos beneficiarios del Consenso de Washington y a la súper concentración de los negocios en manos de unos cuantos, ojalá extranjeros.
6. El juego político principal de los mismos con las mismas en esta campaña consiste en obligarnos a escoger entre sus candidatos, usando el proceso de paz y sus derivados para cargar de miedo y de odio a los colombianos, condición que facilita manipularlos y ocultar que en todos los demás asuntos claves son cortados por la misma tijera. Hasta el ridículo han llegado: su “democracia” consiste en que podamos elegir entre los que digan el Presidente y los expresidentes. Carreras de caballos con caballos del mismo dueño.
Su decisión entonces, apreciado lector, no es tan enredada. Le toca escoger entre reelegir a los mismos con las mismas de los últimos 16 años y más atrás, o votar por quienes no han hecho parte de la partidocracia y prefieren incluso la derrota a ganar mediante métodos que avergüenzan. Removerlos es lo que proponen la Coalición Colombia (Polo, Verdes y Compromiso) y Sergio Fajardo, el único candidato que puede generar una unidad de la nación tan amplia que pueda derrotar a los continuismos y gobernar de una manera diferente.
Con las elecciones de 2010 y 2014 pudo pensarse que la corrupción y otras lacras habían tocado fondo –recuerden Odebrecht–, mas no fue así. Estamos ante las más sucias de la historia del país. Porque además de las mañas de siempre pero exacerbadas –clientelismo y corrupción para todos los fines–, en mucho convirtieron a las redes en cloacas cargadas de cuentas falsas, máquinas para hacer ataques masivos y matones contratados para redactar mentiras descaradas y silenciar a como dé lugar a los contradictores. ¡El reino del todo vale!
Una parte muy importante de estas agresiones van contra Sergio Fajardo, la Alianza Verde y el Polo Democrático, para repetir el plebiscito del Sí y el No, imponer una segunda vuelta entre santistas y uribistas y ocultar que coinciden en el 99 por ciento de los asuntos medulares. Y ojalá lograr, aunque estoy seguro de que se quedarán con los crespos hechos, que las voces del Polo desaparezcan del Congreso de la República.