“Los periodistas son los notarios de la historia” afirma el profesor Germán Rey. Hoy gracias a que vivimos en un océano de información, los ciudadanos necesitan de estos notarios que les confirmen la veracidad y les ayuden a comprender; pero lamentablemente, hoy la gente le cree cada vez menos a los medios y a sus periodistas, quienes en muchas oportunidades se han convertido en jueces de la moral, cajas de resonancia de odio y en multiplicadores de la polarización.
Como bien plantea la investigadora Olga Behar, “una sociedad que no se sienta suficientemente informada sobre su pasado no entenderá por qué debe construir un futuro diferente”. En el caso del conflicto, hemos visto como los medios de comunicación han caído en el error, producto de querer ganar ‘rating’ y por supuesto dinero, de contarlo desde los victimarios a través de series como ‘Escobar el patrón del mal’, ‘Los tres Caines’ y la reciente ‘Alias J.J’, que narra las vivencias de uno de los sanguinarios más grande de la historia del narcotráfico en Colombia.
Pero el problema no sólo radica en esa infalible receta de mostrar esa cara del conflicto para generar más consumo; el problema también está en las audiencias pasivas y permisivas que consumen de manera desbordada estas producciones y estas temáticas. Por qué en países como Alemania está prohibida, en su gran mayoría, la emisión de producciones que toquen temáticas Nazis, o en los casos donde éstas se realicen con fines educativos, se permite su exhibición con un experto que las explique y contextualice.
En esta reflexión, me encontré con un importante trabajo realizado por el proyecto periodístico Consejo de Redacción, en el que importantes investigadores y periodistas trazaron unas pistas para narrar la memoria que permitieran pensar en un periodismo que reconstruya la esperanza, y que permita que en aquellos países donde la información es utilizada como arma de guerra, ésta se convierta en un instrumento para la paz.
Existen algunos ejemplos, que tienen una menor capacidad de difusión y de interés por parte de las audiencias, pero que buscan construir memoria desde las víctimas y que han logrado salvarlas de cierta manera de la peor muerte que es el olvido:
‘Pequeñas voces’ la primera película animada en 3D en nuestro país, que resume las historias de niños desplazados entre 8 y 13 años, que a través de dibujos contaron sus sueños y sus miedos https://www.youtube.com/watch?v=TbZbKcMDei8; ‘Las rutas del Conflicto’, un proyecto del Centro de Memoria Histórica, la Fundación Con Lupa y VerdadAbierta.com que recopila información relacionada con masacres ocurridas en el conflicto armado en Colombia desde 1982 y las presenta al público usando herramientas de fácil navegación en dispositivos móviles y computadores personales http://rutasdelconflicto.com/; El colectivo de comunicaciones Montes de María, que llevan más de 20 años promoviendo espacios de comunicación alternativos para la construcción de ciudadanía, participación e identidad http://colectivolinea21.galeon.com/
Un actor fundamental en esta apuesta de construcción de memoria es el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), quien desde el 2011 ha trabajado en reunir y recuperar todo el material documental, testimonios orales y cualquier otro medio relativo a las violaciones de que trata el artículo 147 de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras (Ley 1448 de 2011).
Este gran esfuerzo, liderado por académicos, profesionales de diversas áreas, y por supuesto las víctimas, ha logrado documentar y relatar el conflicto armado interno de Colombia, consolidando importantes trabajos como el informe ¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad, el compilado ¡Y yo levanto mi voz! Memorias de resistencia y paz en Tumaco, y el libro Hasta encontrarlos: El drama de la desaparición forzada en Colombia, que se suman a los más de 450 videos con testimonios y ponencias, 65 informes, 12 programas radiales, y miles de fotografías, que reposan de manera gratuita en una plataforma multimedial robusta y que es un buen referente transmedia http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/
Es lamentable que por el afán del gobierno de Juan Manuel Santos por “institucionalizar” todos los organismos, el pasado 27 de marzo se emitió el Decreto 502 de 2017, con el cual modificó la estructura del Centro Nacional de Memoria Histórica, añadiendo ahora en su consejo directivo una plaza para el ministro de Defensa o un delegado.
A la luz de lo que es el verdadero significado de la memoria histórica, es evidente que ésta no debe ser oficial, además que ninguno de los actores del conflicto debe hacer parte de los escenarios en los que se está reconstruyendo la memoria, y que para nadie es un secreto que las Fuerzas Armadas en Colombia han estado comprometidas en casos de violaciones a los Derechos Humanos. Ojalá de la mano de las víctimas, la academia y todos los que han trabajado durante años desde el CNMH, se pueda frenar este impulso oficialista.
Finalmente, parafraseando a Olga Behar, debemos reconstruir la memoria colectiva que nos permita entender lo que sucede en nuestro país, pero fundamentalmente cómo y por qué, preguntas en las que casi nunca nos detenemos, para que desde allí el periodismo contribuya a sanar, perdonar y a que algunos sean perdonados, a reparar las heridas de la guerra y a trazar una ruta hacia la no repetición, porque como bien dice el escritor José Saramago “hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”