Uno de los mayores obstáculos para el desarrollo al que nos debemos enfrentar como sociedad local tiene que ver con esta dicotomía: los que trabajan y los que gobiernan.
Unos, son claramente los empresarios, sean independientes, pymes o grandes empresas, son estos los generadores de riqueza, de valor agregado, son los verdaderos gestores del empleo formal, son los impulsores del bienestar colectivo y los responsables de que las sociedades crezcan. Bajo su sombra florece el mundo, se consolidan las regiones, la innovación y la tecnología despega desde sus plataformas, la responsabilidad social adquiere forma corpórea y el ser humano encuentra bajo la bendición del trabajo su razón de ser.
Podemos claramente expresar que el comercio generado desde las empresas, es lo que mueve el planeta en términos económicos, sociales, culturales, deportivos, etc. Qué seríamos hoy si no fuera por el desarrollo de la industria aeronáutica que nos permite estar en menos de un día en Shanghai, uno de los centros empresariales y de comercio más grandes del mundo? O qué seríamos hoy sin Sillicon Valley y otros centros de investigación tecnológica, que nos permiten ver en tiempo real lo que sucede en los más lejanos confines del globo? Desde los más representativos conglomerados empresariales de los países desarrollados, hasta las estructuras productivas del tercer mundo donde imperan las microempresas y las pymes, nadie puede desconocer ese motor de la economía para las regiones.
Paralelo a esto, se encuentra el grupo de los que gobiernan y administran los bienes públicos y trazan políticas de distinto orden y construyen infraestructuras para que sea posible el crecimiento. Lo ideal sería que esos líderes de gobierno, independientemente de su filiación política, tuvieran, un mínimo de sintonía con los empresarios y con las necesidades reales de una ciudad o una región.
Aterricemos en Ibagué. El panorama de interlocución empresarial con el Alcalde no es el mejor. Ha habido una cierta indolencia de la administración municipal a quien parece interesarle bien poco las necesidades de los pequeños y medianos empresarios. La carga impositiva nacional cercana al 70 por ciento, sumada a la incertidumbre de una economía volátil y dependiente y, la carencia de políticas capaces de contribuir a la reactivación económica en una ciudad con uno de los más altos índices de desempleo del país, amerita que nuestro Alcalde haga un replanteamiento de su política en este aspecto para lo que falta de su gobierno.
La ciudad reclama hoy otro liderazgo, uno que sea capaz de convertir esta Villa en un polo de inversión nacional, uno que desencadene sinergias nuevas, que se siente a escuchar las visiones que tenemos de una ciudad moderna, empresarial e industrial, que recoja y ubique en puestos de trabajo digno a miles de jóvenes, que aproveche la circunstancia excepcional de tener a dos horas un mercado de ocho millones de personas, una ciudad que consienta a los empresarios y promueva el emprendimiento, una ciudad productiva y competitiva que se apropie de la ciencia y la tecnología, una ciudad bilingüe que abra las puertas para gestionar nuevos negocios y nuevos conocimientos, una ciudad, en fin, donde todos entendamos que debemos unirnos para salir adelante.