Los Juegos Nacionales Tolima 1970: un salto en la historia

Los IX Juegos Nacionales realizados en Ibagué en 1970 (considerados por la historia como los mejores Juegos realizados hasta el momento en el país), impulsaron un poco la modernización de la capital tolimense que para entonces estaba muy atrasada en aspectos sociales, económicos, administrativos y deportivos. La ciudad tenía acumulada en sus calles las migraciones de exiliados del campo que buscaban resguardar sus vidas ante la debacle de la violencia partidista de los años 50´s y 60´s.

La ciudad parecía un pesebre ambulante de familias mutiladas, disgregadas y obligadas a vivir en los cinturones tuguriales (sectores como la antigua zona del ferrocarril, las orillas del río Combeima y la periferia de la ciudad) lo que profundizaba aún más su tragedia. Como el desaparecido Instituto de Crédito no había avanzado en su política de vivienda social, la invasión a los terrenos ejidales creó una nueva realidad y un nuevo paisaje al territorio de la capital tolimense.  Ante la ausencia de la planeación urbana los ranchos de cartón, teja y esterilla de guadua se edificaron como arquitectura de ciudad.

Los nuevos habitantes citadinos traían en su hacer y pensar la cultura rural. Buscaron terrenos que se asemejaran un poco a su pasado en los terrenos que se vieron obligados a abandonar, por eso no pensaron en una arquitectura vertical sino horizontal, no necesitaban espacio para parqueadero sino espacio para cocheras y gallineros. Su rebusque lo encontraron principalmente en las plazas de mercado, de domésticas, coperas y/o lavanderas en el caso de las mujeres.

Los hombres por su parte aprendieron el oficio de la construcción. Ante el crecimiento demográfico impulsado por los exiliados, nacen nuevos barrios como Stalingrado, El Yunque, Chipalito, El Bosque, San José, Matallana, Las Viudas, La Vega, Augusto E Medina etc.

Ante este panorama de desaliento social dirigentes deportivos como Adriano Tribín, Humberto Troncoso, Humberto González Ruiz, Jorge Castillo, Quintiliano Triana, Hernando Arbeláez Jiménez, Enrique Triana Castilla y otros pensaron que con la experiencia de los Juegos Nacionales de Cali a finales de los años 40’s podrían convertirse en una redención para la ciudad la realización en terreno tolimense de los próximos Juegos Nacionales.

Entonces, los Juegos Nacionales servirían como válvula de escape ante la tensión social que se respiraba en el departamento y como freno a las nacientes posturas políticas que día a día robaban más adeptos. Pero, surgía la pregunta ¿cuál sería la estrategia que asumiría la dirigencia para conseguir este propósito y arrebatarle a otras ciudades -que también tenían la misma aspiración- estos juegos?

Fue así como se pensó que la sociedad colombiana estaba en deuda con el Tolima por la arrasadora violencia Liberal/Conservadora que se ensañó con estas tierras. Ya se había materializado tres propuestas de paz como aliciente a este abandono estatal: en lo académico con la creación de la Universidad del Tolima en 1955, en lo deportivo con la creación del Deportes Tolima y en lo cultural el Festival Folclórico Colombiano.

Estos acontecimientos fueron paliativos al desencanto colectivo por La Violencia y por si fuera poco, la avalancha de 1959 que arrasó con corregimientos enteros  como Pastales, Villarestrepo, Llanitos, el Club Baltasar y algunos barrios incipientes de Ibagué. Ibagué, entonces, estaba siendo golpeada por la desidia estatal y hasta por la naturaleza.

La infraestructura en la ciudad era nula. El estadio San Bonifacio (hoy Murillo Toro) no tenía pista atlética para la práctica de este deporte. Tampoco existían los coliseos cubiertos de la 42 y de la Universidad del Tolima. El basquetbol se practicaba en las canchas de la escuela Diego Fallón, el Colegio Tolimense y el Liceo Ggred Pío XII. En cuanto a la natación, no había piscinas olímpicas (las cuales aparecen en el coliseo de la 42 en 1970). El futbol aficionado se practicaba en las precarias canchas del barrio Belén, Guabinal, el Hipódromo y San Jorge. No existía pues, el Parque Deportivo.

Y por si fuera poco, la infraestructura hotelera era insuficiente lo que obligó a la Loteria del Tolíma a través de la Beneficencia del Tolima a construir a finales de los 70’s el Hotel Ambala. Al final de muchos “tire y afloje” el Tolima obtuvo la sede para los IX Juegos Nacionales pero sin recibir los recursos lo que desencadenó en protestas y presiones por parte de la sociedad ibaguereña.

Luego de dos aplazamientos al no estar terminadas las obras en 1967 como se tenía previsto paralizamos (quien escribe esta nota para entonces era un jovencito y estuvo presente) la Vuelta a Colombia de ese año –considerado el mayor espectáculo del país- sentándonos en la salida de la etapa frente al mango de la Gobernación, como medio de presión y visibilización de la problemática de los Juegos Nacionales en el Tolima.

Las cadenas radiales RCN, Caracol y Todelar iban tras los ciclistas informando los sucesos. De pronto se escuchó un “extra” en la voz de los genios de la locución de esa época: Carlos Arturo Rueda C, Pastor Londoño Pasos y Julio Arrastia Brica. En esa vuelta venia una delegación de ciclistas españoles la noticia se fue por el mundo como pólvora. Ante el escando el presidente de la época Carlos Lleras Restrepo se apersonó de la situación para que se entregaran los recursos asignados para este evento.

La preparación de deportistas

Hay que reconocer que la dirigencia deportiva del departamento preparó a los deportistas para dichos eventos. Se contrataron entrenadores de primer orden, en ciclismo por ejemplo a Francisco Luis Otalvaro (ex ciclista que participó en varias vueltas a Colombia), en atletismo a Pedro Grajales (ex campeón suramericano de atletismo) y fue así como el Tolima empezó a brillar en el panorama deportivo nacional. Pedro J Sanchez ganó la Vuelta a Colombia de 1968, Jorge Arango la Vuelta a la Costa (que para la época era el segundo evento deportivo más importante del año).

En futbol, la selección Tolima fue campeona nacional en Girardot en 1964 y en Ibagué 1968. Aparecieron nadadores como Helmut Levi Quintero y Juan Gabriel Gómez. En bolos las Meñaca y las Varela, en fisiculturismo tuvimos al Señor América Oscar Riascos, en levantamiento de pesas Lester Francel quien fue 4º en los mundiales de pesas en el Perú.

La arquitectura urbana de Ibagué cambió radicalmente. La calle de Santa Librada que entre la primera y la tercera era angosta con olor a creolina y adornadas con chicas de pata en pared desaparecieron para darle paso a la Avenida 15. Los ranchos pajizos de la Cra 5ª se fueron con los jilgueros a otra parte. La Avenida 37 comunicó a la Avenida 5ª con el estadio San Bonifacio (hoy Manuel Murillo Toro).

Las calles angostas de la ciudad se ensancharon. Se construyó el Parque Deportivo a las afueras de la ciudad lo que dio apertura para que los años siguientes este sector de poblara.

Por: SRM

Foto: Tomadas de internet

Fecha: domingo - 29 marzo - 2015