Ya son más de 100 años desde que se jugó el primer partido de fútbol aficionado en Ibagué. Ese primer encuentro en 1913 tuvo lugar en una cancha improvisada en lo que actualmente es el parque del barrio Belén. Desde ese momento los ibaguereños adecuaron terrenos públicos para poder practicar este deporte debido a la falta de voluntad política para construir escenarios adecuados para el mismo.
Desde ahí tanto fanáticos como deportistas han adecuado lugares para jugar lo que ahora es el deporte más popular del mundo, como lo reseña el libro Tolima 100 Años de Fútbol del historiador Alvaro Cuartas Coymat.
Plazuela de Belén
Para 1913 Ibagué ya contaba con un grupo de aficionadas al fútbol quienes necesitaban un escenario en el cual pudieran practicar este deporte. Fue así como se improvisó una cancha en la Plazuela de Belén, donde actualmente se encuentra el parque de este barrio. El terreno fue escogido por ser llano debido a la necesidad de tener un lugar en el que los aficionados de ese entonces realizaran sus prácticas deportivas, fue así como se formó el Club de Fútbol de Ibagué formado por estudiantes del colegio La Salle y San Bartolomé de Bogotá.
Para ese entonces los ibaguereños que tenían una mejor posición económica enviaban a sus hijos a estudiar a la capital del país, fue por esto que los primeros aficionados del fútbol en formar un equipo no pertenecían a instituciones educativas locales. Para el historiador y escritor Álvaro Cuartas Coymat “este deporte tuvo sus inicios en la élite fue con el paso de los años que se popularizó, además hay que tener en cuenta que este deporte llegó primero al norte del departamento gracias a los ingenieros ingleses que llegaron al Tolima a construir el ferrocarril La Dorada – Ambalema”.
Plazoleta Diego Fallon
Luego en 1923, otro terreno también sirvió de cancha en la ciudad. Para esta época encontrar un terreno plano era una de las grandes dificultades para practicar fútbol debido a la accidentada geografía de Ibagué. Sumado a esto, la falta de voluntad política no permitía que los deportistas tuvieran un lugar adecuado. En la actualidad, en este terreno está ubicado el parque Andrés López de Galarza.
Cancha de San Jorge
Entre 1915 y 1916 la escuela agronómica San Jorge construye la primera cancha que tendría Ibagué en un terreno privado. Esta sería la más importante de la ciudad por lo menos por los siguientes 50 años, allí se jugó el primer partido profesional el 30 de abril de 1955 entre el Deportes Tolima y el Santa Fe de Bogotá, este encuentro terminaría con un resultado a favor de los locales con un marcador final de 3-0. Para este año el equipo del departamento debutaba como profesional con jugadores extranjeros como Jorge Gandulfo, Enrique Ferrari, José Jamardo, Enrique Laíno y Carlos Robelle.
Cancha de las Brisas y Posada Cuellar
Ya en la década de 1930 se crean dos canchas que serian testigos de acontecimientos importantes. En este sentido, en la cancha de las brisas aterrizó el primer avión que llegó a Ibagué, conocido como La Gaviota.
Por otra parte, en la cancha Posada Cuellar se construyó la primera pista atlética y una pequeña gradería en madera, dos elementos con que no contaban los escenarios anteriores.
Cancha del Hipódromo
En este lugar se jugaron partidos aficionados, semi profesionales y profesionales de fútbol. Aunque el escenario se encontraba mal ubicado, ya que su orientación era oriente – sur y lo correcto es norte – sur, para la comodidad de los deportistas y espectadores, este terreno sirvió para que los ibaguereños disfrutaran de buenos partidos y que se crearan anécdotas. Por ejemplo, para algún encuentro deportivo el narrador Carlos Arturo Rueda acuñó la expresión “La tiró por encima del palo de mango” para referirse de forma literal a una jugada durante el partido.
Estadio Gustavo Rojas Pinilla, hoy Manuel Murillo Toro
Por medio de la ley 196 de 1938 se decretó que para el cumpleaños número 400 de la ciudad, es decir en 1950, el gobierno local y departamental debería llevar a cabo ciertas obras que le hacían falta a Ibagué, entre esas un estadio de fútbol. Entonces se creó una junta pro estadio que permitiría reunir el capital suficiente para su construcción, en el transcurso de 12 años se reunieron 200 mil pesos. Por su parte, algunos empresarios aportaron 7 mil pesos, mientras que la gobernación contribuyó con 10 mil pesos.
Sin embargo, se necesitaban 750 mil pesos para que las obras finalizaran tal y cómo estaban previstas, por lo tanto el municipio vendió un terreno en 550 mil pesos lo que completó el monto necesario para el estadio. La construcción estuvo a cargo del ingeniero José Rovira, quien junto a su equipo terminaron la cancha en dos meses y la edificación completa en ocho. Además del escenario para el fútbol también se construyó una pista atlética y tres hileras de graderías para los espectadores.
En primer lugar el estadio tuvo el nombre del presidente de turno, Gustavo Rojas Pinilla, luego el 10 de mayo de 1957 el mandatario cayó y decidieron nombrar el escenario con esta fecha histórica para Colombia. Más adelante se denominó Libertad, San Bonifacio, Serrano de Ávila y finalmente Manuel Murillo Toro.