Cuando Natalia Sánchez y sus 10 compañeras del Sena decidieron hacer realidad el proyecto de vender pulpa de fruta natural, no sabían lo que se les venía ‘pierna arriba’.
La primera semana de trabajo sacaron las licuadoras, coladores y filtros de sus casas y empezaron de forma magistral a despulpar la fruta. Sus manos maltratadas por el movimiento monótono al colar, sacar la pulpa, pasteurizar, empacar, congelar, licuar, colar y nuevamente repetir el ciclo, no eran impedimento para cumplir con la enorme lista de pedidos.
A las 4:00 de la mañana llegaban a la Plaza de la 28 en Ibagué para poder alcanzar a comprar la fruta a los camiones que la descargan. Llegaban a las 5:00 a.m. a sus casas, descansaban una hora y a las 6:00 a.m. volvían a activarse.
Eran jornadas largas, donde se sabía la hora de entrada pero no la de salida y la motivación seguía siendo la misma: crear una despulpadora de fruta. Sin embargo las licuadoras no resistieron lo que sus manos sí. Una por una se fueron quemando hasta no quedar ninguna. “Nosotras nos quedamos mirando y dijimos: ¡Juepucha!, tocó invertir y buscar la forma de comprar unas licuadoras industriales. Porque o invertíamos en esas licuadoras o seguíamos quemando las de la casa”, dice con algo de humor Constanza Bonilla, vicepresidenta de la Asociación Conservas Santa Bárbara.
Cada una de las once mujeres metió la mano en el bolsillo para comprar la licuadora, pero al ver que no alcanzaba decidieron recolectar el dinero con rifas y venta de lechona. Al cabo de una semana ya contaban con la licuadora industrial que, aún hoy, luego de tres años de creación, sigue funcionando.
Luego de los dolorosos llegan los gozosos
Seis meses después, de colar y filtrar de forma manual, la Gobernación del Tolima realizó la donación de una licuadora, una estufa y un ventilador gracias a una convocatoria que estimulaba la creación de microempresas.
Asimismo recibieron la ayuda del Departamento para la Prosperidad Social DPS gracias al proyecto Mujeres Ahorradoras y más adelante lograron el registro sanitario del Invima.
La compañía Cemex les ha brindado todo el acompañamiento en las áreas contable y comercial y, gracias a eso, los malos tiempos habían pasado.
Gracias a estas ayudas es que la empresa puede producir más de 500 kilos diarios de pulpa de fruta. Y aunque tienen toda la maquinaria y conocimiento para obtener un buen producto, su mayor dificultad ha sido encontrar más clientes. “Hacer empresa no es fácil. Pagamos arriendo y las cuotas de un crédito que hicimos con el Banco Agrario, hasta particulares nos han prestado para comprar fruta y no dejarnos caer. Todo lo trabajamos para la empresa”, comenta Ximena Rodríguez, encargada del área de producción.
De las 11 mujeres que ingresaron inicialmente, hoy quedan 6, debido a las adversidades que pueden llegar a afrontarse al intentar crear una empresa. Pero hoy quedan las soñadoras, las que todavía persisten en ver crecer a su empresa y hacer enamorar a los clientes por la calidad del producto. “Yo tengo tres hijas y me toca duro porque toca madrugar para alistarlas y llevarlas al colegio, pero querer es poder. Nosotras trabajamos con la mentalidad de que Diosito nos va a ayudar con esta empresa para poder sacar esas niñas adelante y poderles dar un mejor futuro”, expresa Bonilla.
Sin embargo, tocando puertas y buscando ayudas es como han logrado crear la marca Pulpayandé, un nombre que ya es reconocido por el pueblo y que cuenta con una lista de clientes fieles por la calidad del producto. Lo que beneficia directamente a un total de 11 mujeres tolimenses.
“Distribuimos nuestro producto casa a casa y así es como hemos llegado a restaurantes y cafeterías de Payandé pero también en el Valle de San Juan, en San Luis, Gualanday, Ibagué, Planadas y Gaitania. Allá fuimos, mostramos el producto, les gustó y nos hacen los pedidos”, comenta Natalia Sánchez, representante legal de la Asociación.
Los horarios siguen siendo extenuantes, aún deben llegar cada semana a la Plaza de la 28 a recoger la fruta y seguir trabajando hasta la noche para terminar con los pedidos. Sin embargo, cada una lleva tras de sí el largo camino que han recorrido y ven con alivio que poco a poco están logrando tener la empresa de sus sueños.