Quedar embarazada, a diferencia de lo que muchos piensan, es todo un cúmulo de coincidencias que deben sincronizarse en el organismo para poder generar vida. Solo en el 25 por ciento de los casos, se crea una vida en el encuentro entre un óvulo y un espermatozoide, porcentaje que va disminuyendo a medida que aumenta la edad de una mujer.
Zaida Varón fue parte de ese 25 por ciento. A la edad de 20 años, resultado de un descuido y un desorden hormonal, quedó embarazada de su primer hija. Un embarazo que llegó de forma inesperada cuando Zaida apenas iniciaba sus estudios en administración financiera y hacía parte del equipo de escrutinio en la casa chancera Seapto.
Zaida supo que estaba encinta a los tres meses. Ni las pruebas caseras ni de sangre salían positivas, y fue gracias a una ecografía que se confirmaron las sospechas. Ella era la mayor de cinco hijos y estar embarazada significaba desilusionar a toda una familia, renunciar a algunos sueños que ya se convertían en inalcanzables y empezar una nueva vida.
La difícil noticia de quedar embarazada
Cuando los padres de Zaida se enteraron de su embarazo no tuvieron una mala reacción, nunca retiraron el apoyo a su hija, sin embargo asumir esa nueva realidad era lo más difícil. Su padre cambió de actitud en la casa, quitó todos los cuadros en los que estaban las fotos de la familia: ya no era el mismo.
“Antes de decirles ya había tomado la decisión de irme de la casa. Les dije: Papás estoy embarazada y saqué mis maletas para irme a vivir con mi novio. Yo siempre pensaba que si llegaba a quedar embarazada debía asumirlo y, como el que se casa quiere casa, aunque yo no me había casado, yo ya debía asumir una vida con mi nueva familia”, cuenta ella.
Inicialmente Zaida pensó en retirarse de la Universidad pero el apoyo de su madre la ayudó a sobrellevar su carrera, su empleo y su rol como madre. “Mientras mi mamá cuidaba a mi hija, yo trabajaba y estudiaba, solo podía verla los fines de semana, porque mi mamá vivía lejos de mi lugar de trabajo. Fueron épocas difíciles, pero yo era consciente de que para poder darle un futuro a mi hija tenía que sacrificarme, así eso significara arriesgar su cariño o perderme gran parte de sus primeros momentos”, relata.
Los problemas económicos con su pareja era el pan de cada día, cada uno ganaba un poco más del mínimo y con ello tenían que solventar todos los gastos que conlleva ser un padre responsable. A esto se sumaba que la niña sufría de infección respiratoria, lo que requería del pago constante de especialistas y medicamentos que trataran su enfermedad.
Sin embargo todo esto la motivó para seguir estudiando y destacarse en la labor que desempeñaba en su empresa. “En mi época de embarazo y lactancia realicé un proceso de sellar valeras y luego fui reubicada en el proceso de ventas, donde duré aproximadamente 3 años. Afortunadamente conté con la ayuda de mi exesposo, que me apoyó y comprendió los horarios extenuantes del trabajo y de la universidad. Las noches en vela que pasé realizando trabajos en grupo con mis compañeros. Épocas donde llegaba a la casa a las 5 de la mañana porque no había otra opción”, relata Zaida.
Ocho años después del nacimiento de su primer hija, Zaida volvió a quedar embarazada. Un embarazo nuevamente no planeado, resultado de un mal diagnóstico del médico. “Me informaron que era estéril, así que me confié y deje de tomar anticonceptivos. Al poco tiempo mi abdomen empezó a agrandarse y no tenía explicación. El embarazo se dio de una manera irregular y fue de alto riesgo, por cómo había sido evaluado”, comenta ella.
Un evento fortuito que puede pasar en 1 de 100 casos y nuevamente las estadísticas jugaron a su favor. “Pienso que son cosas de Dios que se dan a veces sin buscarlas”. Con dos hijas los gastos se duplicaban, sin embargo el camino ya le tenía preparada una recompensa a sus esfuerzos.
Una época de ascensos
Cuando era pequeña Zaida tenía siempre el mismo sueño; soñaba que levitaba, que volaba entre las nubes cada vez más alto. Una vez buscó el significado de ese sueño y encontró que la razón por la que soñaba que volaba era porque iba a llegar muy lejos. Ella empezó a interiorizar esa verdad. Así que cada vez que tenía un obstáculo se repetía, “yo voy a llegar lejos, me está pasando esto porque es una prueba para que cuando tenga una mejor calidad de vida la sepa aprovechar”, y así ha sucedido hasta el día de hoy.
Poco a poco fue ascendiendo de cargo, gracias a los conocimientos que iba adquiriendo como profesional, así que pasó de auxiliar de auditoría, a asistente de auditoría, hasta llegar a su cargo actual como auditora Senior.
Hoy, luego de haber pasado grandes pruebas Zaida piensa que los logros no son solamente de una persona sino de todo un conjunto de gente que contribuye para que esto suceda, “siempre debemos rodearnos de quienes puedan contribuirnos a alcanzar esos logros”, concluye ella.