Ibagué es una ciudad tan rica que la clase política no ha podido acabarla del todo. Esta capital ha sido gobernada por organizaciones criminales y famiempresas electorales que la han sumergido en el atraso económico, social y de infraestructura, cerrando cada vez más las oportunidades de progreso colectivo y provocando la migración de miles de jóvenes talentosos que buscaron espacios fuera del departamento.
Aquí no hay continuidad en las políticas públicas, como ha ocurrido en ciudades como Medellín, Pereira, Bucaramanga o Cali. En Ibagué cada mandatario quiere ser un ‘mesías’ y crear todo desde cero. Otros, por el contrario, prefirieron concentrarse en el saqueo de las finanzas públicas y terminaron en prisión.
Pero esta tragedia parece no tener fin. Llega un nuevo año electoral y el panorama no es diferente. Hay más de media docena de precandidatos y poco de dónde escoger.
En primer lugar, como nunca antes se había visto, hay muchos aspirantes en problemas judiciales y disciplinarios.
En esta baraja figuran: Andrés Fabián Hurtado, quien enfrenta un juicio por los presuntos delitos de peculado por uso y ocultamiento, alteración o destrucción de elemento material probatorio. Los concejales Camilo Delgado y Jorge Bolívar, ambos suspendidos por la Procuraduría y con otros procesos disciplinarios pendientes. Y cierra este grupo el exgerente del Ibal Alberto Girón, investigado por la Fiscalía y la Procuraduría, y con una leve sanción disciplinaria en trámite por posesionarse en ese cargo estando inhabilitado.
Luego aparecen los precandidatos del expresidente Álvaro Uribe y el Centro Democrático, quienes tiene poca experiencia en el sector público. Allí están: Carlos Andrés Pérez, exgerente de la campaña a la Cámara de Ricardo Ferro; Gabriel Hernán Peñaloza, constructor y exgerente de la desaparecida Electrolima; Leónidas López, exrector de la Universidad de Ibagué y Uniminuto, y el periodista Rubén Darío Correa, director del noticiero radial La Cariñosa de RCN Radio, medio de comunicación cercano al uribismo.
También hay un grupo que tiene mucha experiencia en el sector público, pero que justamente ese recorrido político genera más incertidumbre que certeza.
En este ‘lote’, como se dice en el lenguaje del ciclismo, aparecen: los petristas Marco Emilio Hincapié -nacido en el santofimismo- y Hugo Ernesto Zárrate, exsecretario de Gobierno de Ibagué. Ellos se disputan ser los sucesores de su amigo Guillermo Alfonso Jaramillo, pero ni en ese grupo político hay certeza absoluta de quién será el mejor. Por eso en el jaramillismo -el de Guillermo- hay tres candidatos: Girón, Hincapié y Zárrate.
Y también está Alfredo Bocanegra, quien tiene una buena hoja de vida, amplia experiencia pública, pero ha dado señales equivocadas que generan dudas sobre cuál sería su comportamiento como alcalde de Ibagué. Su salida de la dirección general de la Aeronáutica Civil se produjo, justamente, por su fuerte carácter y su soberbia, características similares a la personalidad del saliente mandatario Guillermo Alfonso Jaramillo, quien termina su mandato en 280 días.
Así están las cosas en Ibagué: los electores tendrán que escoger entre los candidatos de la familia Barreto, la familia Jaramillo y el que diga Uribe. ¿Será el voto en blanco la mejor opción?