Como en la reconocida canción del folclor pacífico colombiano, en el barrio La Pola de Ibagué, muchas casas antiguas y otras no tanto, se caen, se tumban o las dejan caer. Situación que tiene asombrados a muchos habitantes del sector, quienes se acuestan teniendo a su lado una casa y se levantan con un lote baldío y encerrado a punto de ser demarcado por un plano para un edificio.
El barrio La Pola conserva aún el rastro de una ciudad que fue un pueblo frio, pequeño y acogedor. Recorrer sus calles permite apreciar uno de los barrios más antiguos y tradicionales de Ibagué. Como en toda ciudad, la conservación de los lugares históricos o los barrios tradicionales ha generado desde hace varios años un plus en términos de la conformación de un circuito turístico y cultural, aspecto que aquí no se ha logrado, aunque haya sido proyecto, y que hoy tiende a diluirse cuando poco a poco las casas de La Pola se van derrumbando.
La principal razón por la que este fenómeno se viene presentando, es porque también como en muchas ciudades del país, el auge de la construcción y la migración de constructores a la ciudad ha potenciado que se levanten grandes edificaciones en sectores importantes como el barrio La Pola, por estar ubicado cerca del centro, porque los lotes de esas antiguas casas son demasiado extensos y porque al edificar una construcción allí, la rentabilidad es muy alta.
Si hoy hacemos un recorrido por el barrio La Pola vamos a encontrar que por la carrera cuarta con calle octava- esquina, una antigua casa deshabitada ya no hace parte del panorama, mientras otras dos del costado tienden a quedar desprotegidas por el derrumbe de la primera. Aquí se publicita una gran edificación, como también en la esquina de enfrente en la que tradicionalmente está la casa de la tiendita en un bajo que desaparecerá o así lo revela su nuevo color anaranjado que avisa su próxima función, un nuevo edificio esquinero de apartamentos.
El mismo panorama se ve por la carrera segunda entre calle once y doce, diagonal a la panadería “La go go”, allí una casa de estilo tradicional-republicano fue demolida de la noche a la mañana, se proyecta, otro edificio de apartamentos.
El derrumbe o abandono de casas para que se deterioren y se caigan no es reciente. En ciudades como Bogotá al estar protegidas las edificaciones de barrios como patrimonio (Chapinero, Teusaquillo, Palermo, son algunos ejemplos) y no poder ser intervenidas, los dueños para aprovechar el lote y venderlo a una constructora, abandonan el lugar y sin ningún reparo han dejado caer construcciones que revelan una época importante para la ciudad. En Ibagué ha sucedido algo parecido y sigue sucediendo ante la mirada de la mayoría sin que se alerte frente a esa situación. Eso es lo que sucede en La Pola.
La historia de un lugar, su reconocimiento, su estudio y registro, el cuidado del patrimonio que se expresa en casas antiguas, parques, archivos, bibliotecas, personajes, relatos orales, narraciones tradicionales, formas de ser y habitar un espacio, música, etc., hacen que una ciudad entienda la importancia que han tenido estos aspectos para la construcción de una identidad local, de su identidad.
No conservar el patrimonio material que permite evidenciar los rastros de la historia, hace que los ciudadanos no tengan posteriormente los elementos para construir referentes de identidad y apropiación; que no se puedan hacer recorridos por los lugares principales desde los cuales se pensó una ciudad y desde los que se ha desarrollado poco a poco. El barrio La Pola es uno de esos lugares y debemos conservarlo, pero no solo en registros fotográficos.