Sinda Manoy Gutiérrez Rojas tiene 30 años, un esposo y dos hijos a los que ama con todo su corazón.
También tiene un trabajo que disfruta, en el cual puede desempeñar la carrera que estudió y ayudar a otros.
Trata de no quejarse por nada y sí de trabajar mucho para conseguir lo que sueña, por eso jamás ha visto su discapacidad auditiva como un impedimento.
No tiene recuerdos del sonido de las cosas. Aunque no nació con problemas auditivos, sí fue en sus primeros meses de vida que perdió la capacidad de escuchar.
Según le cuenta su mamá, todo se dio a raíz de una vacuna que le generó una fiebre muy alta y a partir de ese momento quedó sorda.
No ahonda más en el asunto, pues no es algo que la trastorne o la haga sentir mal. Aprendió, junto a su familia, a llevar una vida sin lamentos.
“Soy del Líbano, con mi familia vivíamos allá, pero mis papás no tenían mucho conocimiento sobre cómo criar a una persona con una discapacidad auditiva, así que decidieron trasladarse a la ciudad de Ibagué en busca de unas mejores condiciones educativas para mí, porque allá no habían”, cuenta Sinda por medio de Angélica Arias, su intérprete.
Su mamá no quería aislarla del mundo, así que la matriculó en un colegio de niños oyentes. Sin embargo, fue quizás una de las etapas más duras de su vida.
“Se burlaban de mí, yo no me podía comunicar con ellos, no usábamos el mismo idioma, entonces me sentía muy triste”, recuerda.
Fue allí donde decidieron inscribirla en el Insor (Instituto Nacional Para Sordos), una de las pocas opciones que había en la ciudad para estudiar lenguaje de señas.
Este instituto, además de convertirse en el espacio donde aprendió a comunicarse con el mundo, fue el lugar donde conoció al amor de su vida.
El intérprete que se convirtió en su esposo
Joaquín Hernández era el hermano de la intérprete de Sinda en el colegio, luego pasó a trabajar directamente con ella y casi que de inmediato nació su noviazgo.
A los dos años de estar saliendo se casaron. Ya han pasado 11 años de esto y tienen dos hijos: Ameth José (10 años) y Simón (5 años), a quienes les enseñaron a comunicarse desde sus primeros años por lenguaje de señas.
“Ellos se sienten orgullosos de mí, sus compañeros me conocen, las mamás de ellos. De hecho, mi hijo mayor les ha enseñado lengua de señas a sus compañeros y cuando me ven me saludan en lengua de señas”, manifiesta Sinda.
Joaquín también tiene una limitación auditiva de oído derecho y desde niño aprendió la lengua de señas, principalmente por su hermana, quien servía como intérprete a otras personas.
Tal vez por esa cercanía se interesó en aprender lenguaje de señas y luego convertirse en intérprete.
“Lo amo con todo el corazón, mi esposo siempre ha estado allí para ayudarme, apoyarme, es muy positivo. Me ha ayudado a posicionarme como líder sorda”, dice Sinda.
Una pionera en su campo
Sinda es una de las pocas personas con discapacidad auditiva que se ha graduado como comunicadora social en Ibagué.
Estudió en la universidad CUN, y aunque fue muy feliz, reconoce que al inicio fue difícil porque la institución no contaba con los ajustes razonables que necesitaba.
Sin embargo, con la ayuda de una de sus docentes, quien implementó estrategias para que fuera más cómodo su paso por la universidad, así como el de sus intérpretes: su esposo y su amiga Angélica, logró culminar su carrera.
“Yo quería estudiar administración, pues mi papá es contador y como que siempre estuve relacionada con este tema, pero yo empecé a ver que había una necesidad de acceso a la información para las personas sordas, así que me decidí por comunicación social – periodismo”, narra esta contratista de la Alcaldía de Ibagué.
De hecho, una propuesta suya fue seleccionada por la Federación Nacional de Sordos para que fuera socializada durante uno de sus encuentros, la cual trataba sobre sobre el manejo de la información en masas para las comunidades con discapacidades auditivas.
Desde hace tres años trabaja en la administración del municipio, en una labor que consiste en ayudar principalmente a aquellas personas que sufren alguna discapacidad física, pues considera que son personas que necesitan mejores condiciones de vida.
“Quisiera que todas las personas con discapacidades tuviéramos unas mejores condiciones de vida, por eso también le agradezco al alcalde Guillermo Alfonso, porque ojalá los gobernantes fueran más como él, que nos miraran y se interesaran en nosotros”, concluye Sinda.