Durante la entrevista que concedió el alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, a la emisora Blu Radio, sobre la polémica grabación en la que su asesora Tania Sierra insulta y humilla a otro contratista identificado como Julián Yepes, el mandatario aseguró que en su administración ha habido mano dura con los colaboradores que han protagonizado hechos bochornosos, y que esta no iba a ser la excepción. (Ver: Explosiva grabación sobre maltrato laboral en la Alcaldía de Ibagué)
Fue así como mencionó el caso de tres contratistas y una funcionaria pública que resultaron involucrados en un escándalo callejero, el pasado mes de agosto, cuando intentaron evadir un retén de la Policía Metropolitana en avanzado estado de embriaguez. (Ver: Funcionarios y contratistas protagonizan espectáculo callejero y agreden a policías en un retén en el norte de Ibagué)
“Aquí tomamos medidas muy claras y definitivas con contratistas cuando, así no sea en el trabajo, actúan de manera no correcta ni ética y hemos tomado esas determinaciones. Algunos muchachos, por ejemplo, tuvieron un problema de tragos, tuvieron un enfrentamiento con la Policía, entramos a solucionar, los suspendimos, hicimos lo que teníamos que hacer. Aquí queremos que todos los funcionarios sean correctos”, dijo Jaramillo en el programa Mañanas Blu.
Sin embargo, esta afirmación no resultó ser tan cierta, pues los tres contratistas implicados en el escándalo policial continuaron prestando sus servicios en la Alcaldía de Ibagué, entre ellos Andrés Mauricio Arenas, la persona que iba conduciendo un automóvil en estado de embriaguez, según lo ratificó el mismo comandante de la Policía Metropolitana, coronel Jorge Morales. (Ver: Contratista de la Alcaldía de Ibagué conducía embriagado: Policía Metropolitana)
Y pese a que Arenas enfrenta un proceso sancionatorio en la Secretaría de Tránsito, precisamente por ir conduciendo ebrio y negarse a presentar su licencia de conducción, la Administración Municipal sigue pagándole honorarios mensuales por $6.000.000, a través de la Secretaría de Apoyo a la Gestión. (Ver: Contrato vigente de Mauricio Arenas en la Alcaldía de Ibagué)
El contrato de Arenas aparece firmado por la secretaria Administrativa, Amparo Betancourt. Ella es la ordenadora del gasto y “madrina” del joven infractor, quien permanece diariamente en la sede de la Alcaldía de Ibagué y en la Casa de la Juventud.
La misma suerte corrieron las contratistas Camila Rojas y Lina Sierra, hija del ingeniero Yamel Sierra, amigo de Guillermo Alfonso Jaramillo.
“Todo fue una trama. Les suspendieron el contrato unos días para contener los comentarios de la gente en las redes sociales. Lo hicieron para bajarle la temperatura al escándalo y todo continúo igual. Arenas sigue detrás de bambalinas coordinando todo lo de emprendimiento en la Secretaría de Apoyo a la Gestión. A la única que sacaron fue a Ana Camila, pero porque ustedes (los medios) hicieron mucha bulla con las amenazas de la mamá”, reveló una fuente de la Alcaldía de Ibagué.
La única que resultó despedida fue la funcionaria de la Secretaría de Cultura, Ana Camila Molano, pero su caso estuvo envuelto en otro escándalo, al parecer por las amenazas que le hizo su familia al alcalde Jaramillo.
El mandatario le pidió la renuncia a la joven, ella no lo hizo y todo apuntaba a que dejarían la situación así, pero cuando los medios revelaron que ella continuaba en la Administración, vino el segundo espectáculo.
Aliria Reyes, la mamá de Ana Camila Molano, quien era amiga de Jaramillo, dijo en las redes sociales que revelaría hechos corrupción de la Alcaldía de Ibagué si se atrevían a desvincular a su hija. (Ver: Madre de funcionaria de la Alcaldía evitó su despido porque amenazó con revelar casos de corrupción)
Los asesores del alcalde tuvieron que intervenir y le pidieron a la dolida madre que eliminara los mensajes de su cuenta de Facebook, para que la funcionaria Molano permaneciera en el cargo.
Sin embargo, cuando EL OLFATO reveló la historia de Aliria Reyes y sus advertencias, la Alcaldía de Ibagué no tuvo un camino diferente que declararla insubsistente.