Nada más apropiado para satirizar la realidad política que vivimos en el Tolima, que lo acontecido en la época feudal en Inglaterra (años 1455 a 1487) cuando dos dinastías aristocráticas, los integrantes de la Casa de York y los de la Casa de Lancaster, descendientes del Rey Eduardo III, se enfrentaron militarmente para disputarse el trono, al que se llegaba en orden hereditario.
Este simpático episodio, conocido en la historia como la Guerra de las dos Rosas, en alusión a los emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster, es revivido y dramatizado a su manera en territorio pijao por dos poderosas familias políticas: la Casa Jaramillo y la Casa Barreto. Aunque cambia el color emblemático de una de las rosas (el blanco, por el azul en la Casa Barreto), se mantienen intactas las características esenciales de la disputa y la estrategia como estos ‘nobles’ mantienen cautivo su poder político sobre los modernos siervos de la gleba.
Mientras los Jaramillo hacen presencia en el Senado y la Cámara, los Barreto tienen dos pupilos en la Cámara y aspiran a conquistar una futura en el Senado con el príncipe Miguel.
Los Jaramillo han sido tres veces gobernador (una con el rey Alfonso y dos con el príncipe Guillermo) y luchan incansablemente por darle este esquivo honor al duque Mauro (Mauricio); mientras que los Barreto solo lo han sido dos (las del rey Óscar), pero tratándose de una Casa relativamente nueva (10 años) es factible que superen con creces los logros de los Jaramillo que gobiernan hace más de 50 años.
La guerra la va ganando la Casa Barreto, ya que ejercen el gobierno del feudo mayor (la gobernación), pero desde el principado (la alcaldía de Ibagué) la Casa Jaramillo que tiene asida de nuevo en su mano la rosa roja del liberalismo, no escatima esfuerzos para lograr la reconquista del poder.
Son frecuentes los viajes de los Jaramillo a China, Francia y otros territorios europeos en búsqueda de apoyo diplomático y económico para fortalecer su principado y dando apariencia de buen gobierno pretenden mantener y aumentar la confianza de sus ‘siervos’ en la dura batalla que se librará en Marzo (elecciones para Congreso). Por su parte la Casa Barreto, envió una numerosa delegación a Francia en viaje de placer y de negocios.
Aunque escasean las grandes obras e inversiones, abundan las prebendas, contratos y bienes muebles menores, que a mano tendida y sin austeridad alguna, son cargadas al presupuesto del reino y principado para ser entregadas en un riguroso turno a los ‘siervos’, como parte del engranaje a sus bien trabajadas maquinarias electorales.
Un problema de política y gobierno que poco le interesa a la gran mayoría de coterráneos, que afecta directamente nuestra vida económica, social y empresarial y que como ocurrió en Inglaterra en su época, indistintamente de quien gane, nos tendrá bajo la misma línea, gracias a unas mayorías silenciosas, con opinión y conciencia, que no participan electoralmente y que a punta de desidia y apatía permite que nuestros recursos sean timados, malversados, y dilapidados, mientras los grandes problemas estructurales siguen sin resolver.
¡Triste realidad!
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