En pleno siglo XXI analizar a los gerentes de lo público desde el campo de las virtudes y los valores, es un tema de mucho cuidado, pero de poca atención por parte del ciudadano en el momento de elegir quien llevará los destinos de nuestras ciudades y departamentos.
Ya no es muy común decir que tal persona es un “lecho de virtudes”, como lo decían nuestros abuelos. Hoy las diferencias en lo público para elegir las marcan los poderíos políticos pluripartidistas, o simplemente el poder económico del candidato que aflore en época electoral.
Cuando hablamos de virtudes no se hace eco solamente a lo moral, sino también a nuestra intelectualidad y la forma como se refleja en el comportamiento y en el actuar de las personas en todos los momentos de la vida, aspectos que se empiezan a derrumbar en los gerentes de lo público a partir del momento en que se posesionan y se olvidan que por reconocimiento de la sociedad, simpatizantes y amigos llegan al poder.
Desglosando un poco los actos virtuosos que deben permanecer en las personas, podríamos empezar por la gratitud, que es lo mínimo que debe tener un servidor público con los ciudadanos. Hoy lo olvidan y pasan a creer que solo por ellos mismos están ahí, es el caso de las diferencias tan fuertes del señor Alcalde y el diario El Nuevo Día. De igual manera no se tuvo precaución y prudencia, otro gran hecho virtuoso que por falta de tacto enredaron al Alcalde por sus declaraciones.
Cuando se está en campaña se promete con euforia y con tal seguridad de mostrar talento para desarrollar el programa que se ofrece a la ciudad, valiéndose de cualquier estrategia para conquistar el voto; es allí donde se olvida que esas cualidades y habilidades que se muestran artificialmente se pierden como por arte de magia al entrar a ejercer las funciones. He podría pensar que en la asertividad es donde más se falla.
Asertividad, termino tan grande que cubre aspectos tan importantes como la capacidad de decir NO, expresándolo de un modo oportuno y respetuoso, o simplemente para lograr manifestar su voluntad, si el mandatario lograra ser asertivo, los factores que llevan su administración a la corrupción se merman por lo menos a la mitad.
Es oportuno y es el momento de evaluar a los mandatarios que están por salir, analizando aspectos que permita identificar si están logrando cumplir con los objetivos por los cuales los elegimos. Los hombres virtuosos son cumplidores del deber, priorizan e identifican con claridad las necesidades de la comunidad, cumplen con lo prometido y sobre todo son honestos.
¿Cuál es la persona que elegimos?, ¿es la misma que nos gobernó? , y lo más importante, ¿cuál es la gran obra por la que lo recordaremos?
Con la respuesta, encontraremos la verdad de por quién votar en las próximas elecciones.