Como una agrupación que mezcla música sinfónica y ritmos del funk, rock and roll y el metal, Entorchados es protagonista de la escena artística juvenil en Ibagué. Desde noviembre del 2014, se tomaron la Carrera Tercera cantando clásicos del rock en español como “De Música Ligera”, “Mil Horas” y “Lamento Boliviano”. Llaman la atención, pues son instrumentos sinfónicos los que dan melodía a estas letras que los transeúntes conocen como hitos musicales.
Andrés Flórez, un profesor de música del Conservatorio del Tolima, es quien le propuso a cuatro chicos encaminarse en este proyecto para visibilizar su talento, y regalar alegría a los ibaguereños. En menos de un año, han pasado de cantar y tocar en la calle para hacerlo en eventos privados y corporativos, bares, centros comerciales y restaurantes. Con su originalidad y compromiso para trabajar arduamente, esperan tener presencia a nivel nacional y así, representar a Ibagué con orgullo y altivez.
Los cómplices de una idea
En medio del habitual paso agitado de muchos ibaguereños por la Carrera Tercera, dos violines, una viola, un chelo y una guitarra son motivo de detenimiento. Se llaman Entorchados porque, al igual que el alambre en forma de espiral que recubre las cuerdas de un instrumento, desean envolver a la gente y compartirles sus canciones.
Andrés Flórez, contrabajista profesional y director del grupo, llegó a Ibagué hace poco más de año y medio, y tuvo la idea de convocar a algunos estudiantes del programa de Licenciatura en Música del Conservatorio del Tolima, para acompañarlo en su locura de tocar en la calle. “Hicimos el montaje directo, con nuestras partituras…la gente nos empezó a apoyar económicamente…luego nos buscaban, y entonces comenzamos a salir más seguido”.
El reconocimiento y el éxito llegaron con prontitud. Aparecieron propuestas para tocar en eventos de empresas privadas, en restaurantes como Altavista y bares como Palmeto; y hasta quinceañeras que deseaban algo diferente en su fiesta. También los han contratado para ceremonias religiosas y fiestas de matrimonio, y para ambientar desfiles de modas y exposiciones de artistas plásticos.
El repertorio de Entorchados explora el rock de los 60’ y 70’ interpretados sinfónicamente, y mezclados con el funk, la música clásica y el metal. En algún momento, hicieron parte del grupo dos violas, cuatro violines y dos violonchelos, pero las ganancias no alcanzaban para todos.
Por ello, actualmente el grupo está conformado por los hermanos Yesid y René Gutiérrez (llamados cariñosamente por Andrés como “Los Guti Brothers”) en los violines; Guadalupe Varela en el chelo y Xiomara Tierradentro en la Viola. Andrés, por su parte, toca la guitarra y hace la voz.
En particular, uno de sus propósitos desde el primer momento fue generar empleo, ya que no es un secreto que la carrera como músico no cuenta con el suficiente apoyo en la ciudad, por lo que “si quiere hacerse algo, es por cuenta propia…los chicos se gradúan y aquí no hay donde trabajar…entonces toca a la “chisga”, es decir, con lo que salga”.
Entorchados, suele ensayar un par de veces por semana, cuando se trata de montar un nuevo repertorio, aunque esto incluso sucede cuando cantan con público en la calle. “Yo le digo a la gente:- Qué pena…vamos a ensayar una nueva…si hay un error no se pongan bravos-”, menciona Andrés entre risas. Sus utilidades han permitido que hoy cuenten con el tan necesitado sonido amplificado, y que estén empezando a incursionar en estrategias promocionales como tarjetas de presentación, pendones y camisetas.
Su línea de actuación es didáctica pues desean que “la gente se integre y cante con nosotros…algunas veces ponemos a los niños a dirigir, y a bailar con nuestra música”. Según Andrés, el estilo de Entorchados es único en el Tolima, y en Colombia pueden contarse sólo un par de grupos más.
La preparación de un maestro
A sus 37 años, Andrés Flórez es profesor del Conservatorio del Tolima. En sus estudios de bachiller en el Colegio Salesiano de León XIII en Bogotá, había tenido acercamiento con los acordes de guitarra y hacía arreglos para las obras de teatro, pero pensaba en estudiar Medicina Veterinaria. Su paso por el servicio militar dejó grandes huellas en su decisión de dedicarse a la música. Para librarse de los arduos trabajos en la institución castrense, se ofreció a tocar el bajo en la orquesta tropical del Ejército. “Yo lo vi fácil pues el bajo son las últimas cuatro cuerdas de una guitarra”.
En los toques y ensayos, Andrés se divertía y empezaba a germinar en él su sensibilidad artística. Su entusiasmo era tal, que creó un grupo de rock con tres de sus compañeros, que abrió un concierto de la cantante Marbelle en la conmemoración de los 90 años de la Escuela Militar de Cadetes de Bogotá.
Al cumplir su año de servicio, ingresó a la Universidad Central a estudiar música. Pasó la audición por su oído, sentido rítmico y correcta percepción del sonido. Su primer semestre fue difícil, pues no poseía un conocimiento teórico previo, o una experiencia consolidada. Era el último de la clase, pero mantuvo su ánimo arriba y su disposición de aprender intacta. Rápidamente sus maestros se percataron de sus capacidades por lo que ingresó a la Sinfónica Juvenil, y fue becado desde el segundo semestre hasta el término de su carrera.
Sus jornadas de práctica eran de entre seis y ocho horas diarias. Poco a poco, Andrés empezó a ver la música como un juego pues “debes aprender unas reglas para luego divertirte…entre mejor jugador seas, más lo disfrutas”. Ganó el Concurso Nacional de Contrabajo en una de sus ediciones, y el futuro prometía para él grandes oportunidades.
Continuó sus estudios en Estados Unidos, Londres y España, y por amor, se fue a vivir al Perú a sus 33 años. Se contactó tempranamente con las orquestas de ese país, y con el Ministerio de Cultura buscando empleo. Confiesa que aunque no fueron los años de mayor ingreso económico, sí los de los mejores momentos que ha vivido. “Las experiencias más maravillosas con la música fueron en Perú…el clímax musical de mi vida ha sido allí”. Empezó a desempeñarse como profesor y a llevar proyectos con solistas y grupos de cámara, y se le abrió una puerta impensable: ser director de orquesta en Lima.
Por sus brillantes presentaciones fue invitado a ciudades como Arequipa y Cuzco, y es satisfactorio para él poder decir hoy: “Ya sé lo que es estar parado en un podio, en frente de una orquesta y dirigirla”.
Tras dificultades en su relación sentimental, y la profunda nostalgia por Colombia, regresó hace un par de años a Bogotá buscando nuevamente empleo. Es cuando un amigo le comunica la vacante de profesor de música en el Conservatorio del Tolima, y sin pensarlo, se radicó en la ciudad musical, que sería el escenario para ver realizado su proyecto de Entorchados.
Lo que viene para Entorchados
Para Andrés, los músicos tienen el poder de llevar un mensaje al mundo, y el público, es su mejor alimento. Por ello, cada día le recuerda a Yesid, René, Guadalupe y Xiomara el respeto, la buena actitud y el profesionalismo a la hora de tocar.
Andrés espera incursionar con nuevas mezclas, como la música electrónica e instrumental. Uno de sus objetivos es llevar el proyecto Entorchados a los colegios, y acercar a los niños al lenguaje de la música, y por qué no, motivarlos a dedicarse a ella, por que los músicos también cumplen un papel en la sociedad. Sin embargo, para esto se requiere de un mayor apoyo institucional, alianzas y disponibilidad de recursos.
Próximamente, Entorchados espera contar con su propio medio de transporte. Aunque han tocado en Neiva y Fusagasugá, su meta es visitar las grandes capitales y mostrar su propuesta musical. Pese a la apretada agenda por eventos privados, hace quince días la Carrera Tercera volvió a oírlos. Andrés afirma que nunca olvidarán sus comienzos en las calles, porque allí aprendieron a conmover y transmitir a través de una melodía.
Los medios locales han reseñado su corta pero fructuosa trayectoria, como es el caso del programa televisivo Cero X3, y las revistas Paparazzi e Íconos. Vale decir, que ELOLFATO.COM fue uno de los primeros en reportar su aparición en la ciudad, en diciembre del año pasado.
Si su éxito continúa por buen camino, esperan emprender una gira nacional por las calles, grabar un disco y planear una “aventura entorchada” en otras latitudes. Para Andrés Flórez, un artista suele entablar una relación especial con sus instrumentos, y con la música misma, sentimiento que inculca a sus pupilos para que el gusto y la pasión por lo que hacen, sean su principal motor.
En resumidas cuentas, “la música es el compañero sentimental que te escucha, te ayuda y te apoya siempre…como un otro yo…con ella te entristeces o recibes una recarga de energía…es el amigo que siempre está ahí”.