Ibagué y el Tolima necesitan volver a creer y sentir que cada elección democrática está basada en hechos reales, que permiten a los ciudadanos despertar el antaño por la tierra que nos vio nacer, para que los ibaguereños hagamos de nuestra ciudad la mejor reinvención y creación de nuevas culturas, basadas en el respeto y una democracia impecable.
La Globalización, la burguesía, el capitalismo, y la deshumanización del hombre han generado que no podamos vivir juntos partiendo del respeto y en integración sociocultural. Además, han llevado a la máxima individual del hombre, de no conocer personas sino mercancías. Tristemente las relaciones humanas se han forzado a las condiciones del capitalismo, limitando que permitan la realización total del ser humano.
Es posible decir que la libertad a partir de estas condiciones es limitada, si hablamos que, en América Latina, la democracia política ha destruido los fines. Por eso, los Massmedia están destinados a instrumentalizar la libertad de expresión, dando como resultado el control y manipulación de la opinión.
Prácticamente, existe un monopolio de la opinión, creado para el control, que está dividido entre democracia política, económica, y social, cada una con un fin diferente pero, finalmente manipulado por el Estado, según la necesidad del desarrollo económico.
Resentimiento, envidia, ambición y egoísmo se ha generado en el ser humano, a través de estos tipos de democracias, llevando al hombre a su descomposición. Algo que profundiza la globalización, y se expande en las vidas de las personas como dos caras de la moneda: una carente de moral y otra moralista. En este punto, es donde se dispersa la realización del ser, buscando fines inesperados y creados por la misma sociedad.
La sociedad que conocíamos se está ausentando y las estimaciones son el resultado de las características nuevas, que podemos encontrar en otros grupos sociales. Sin embargo, hay una posibilidad para que la sociedad abra los ojos al cambio, si reflexionamos sobre las transformaciones de la economía y cómo esta se ha desligado un poco de la vida en comunidad.
Porque de lo contrario, la libertad seguirá condicionada, en gran parte, al poder económico: es libre quien pueda económicamente serlo, quien tenga capacidad económica suficiente para garantizar su libertad.
Fue así como el capitalismo degradó al hombre en su lucha por la supervivencia, haciéndole creer que la libertad consistía en la posibilidad de vender a cualquiera, frente al comunismo, que afirmó que la libertad consistía en la conquista organizada del quehacer del hombre. “Los trabajadores para conquistar sus derechos como hombres y libres productores”, dijo en su momento Antonio García.
Las herramientas están y es así como el cambio político debe ser desde la reinvención del hombre, como multiplicador del saber bajo el manto de una cultura democrática digna, desarrollada a medida que los pueblos reconozcan la transformación de los estados.
Esto último, visto desde la época donde el matriarcado formaba parte del estado común y los tabús predominaban en la sociedad. Un tiempo, donde el colonialismo era protagonista a pesar de los cambios en la India, con la independencia que generó la violación de los Derechos Humanos a las personas sometidas al colonialismo Europeo.
La declaración universal de los Derechos Humanos, establece que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos, pero existen razones muy fuertes para cuestionar la supuesta universalidad concebida a los Derechos Humanos.
Por ejemplo, Brasil transmite al mundo un mensaje inquietante, y es que las potencias intermedias y hoy emergentes, -muchas víctimas del colonialismo europeo-, aprendieron mejor las lecciones de los colonizadores que las de sus antepasados, quienes lucharon contra el colonialismo en nombre de la autodeterminación y la justicia social.
Es necesario que la humanidad reflexione y, haga un alto en el camino para hacer una mirada 360 y concluir: que estamos envueltos en una violencia antinatural y, claramente, un fascismo social que le da fuerza a los medios para llegar a la causa, creando seres socialmente irresponsables.
Es preciso decir que es urgente darle figura y forma al humanismo social, basado en un desarrollo económico equilibrado donde se integre el desarrollo social, político como un todo basado en lo social y lo institucional.
El hombre en su rol en la sociedad debe reinventarse y volver a construir los cimientos para una democracia digna de defender, que les permita generar ideas innovadoras, desplegar conocimiento nuevo, aplicar la creatividad, reconocer al otro, ser solidario y desarrollar el pensamiento crítico.
Todos necesitamos retomar y crear una cultura de respeto al otro, como un patrimonio fundamentando en la igualdad y la solidaridad para poder involucrarnos en una cultura democrática limpia y participativa.