Definitivamente la autoridad que ejercemos los padres de familia para educar a los hijos es el mejor regalo que le podemos brindar a estos.
Definamos claramente de dónde viene la palabra “Autoridad” y qué significa, así será más claro entender la riqueza de ejercerla bien, sin delegársela a nadie.
La palabra autoridad que viene del latín autoritas, se derivó de un autor cuya raíz es augere, que significa aumentar, hacer progresar. Desde el punto de vista etimológico, autoridad es una cualidad creadora, de ser, así como de progreso. (Ver: Crisis conyugales y familiares: oportunidad de crecimiento y aprendizaje)
Como padres debemos ejercer plenamente la autoridad, como derecho y deber, esta nunca se acaba, aunque los hijos salgan del hogar. Los padres no podemos convertirnos en los amigos de los hijos, primero somos sus padres y por este motivo ejercemos autoridad plena sobre ellos, sin abusar, ni llevarlo a diferentes estilos viciosos, como el autoritario o el permisivo.
En primera instancia prima que los padres de familia día a día sean coherentes y modelos para poder exigir con cariño (autoridad moral). Esta autoridad debe darse principalmente en llevar a los hijos a vivir plenamente la libertad con responsabilidad, mediante la unión de los padres como esposos, sin desautorizarse delante de los hijos y caminando juntos por el mismo camino.
Es compromiso de los padres hacer crecer a los hijos integralmente, especialmente en el campo de la fe, afectividad, virtudes, buenos hábitos y todo aquello que los lleve a ser personas socialmente aceptadas, felices y responsables de sus actos. (Ver: ¿Qué hogar deseamos construir?)
La autoridad de los padres bien ejercida, beneficia a los hijos en un crecimiento armónico. Es por esta razón que la autoridad no la podemos delegar en otros (vecinos, sociedad, escuela, etc.) que no lo van hacer con la misma responsabilidad y amor como lo hacen sus padres.
La paciencia, como virtud, es muy importante en el ejercicio de la autoridad; genera un ambiente cálido, acogedor y les permite a los hijos brindar confianza.
Disfrutemos de este don que se nos dio a los padres de ejercer la autoridad en nuestros hijos, no permitamos que sean ellos los que manden en la casa, lamentablemente en muchas familias, son los niños, adolescentes e inclusive adultos, los que mandan a los papás, no tengamos miedo a exigir a educar y formar con amor a los hijos que un día decidimos tener. (Ver: Antes que el dos está el uno)
El compromiso es grande, a través de la fuerza del amor y de ejercer una buena autoridad, entregaremos a la sociedad hijos modelo, que harán felices a otras personas.
La autoridad de los padres va a estar siempre presente, en todo momento, en todas las épocas; es ya, no lo dejes para mañana, quizá sea tarde.
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