Desde hace mucho tiempo el Ministerio de Transporte Nacional y los mismos estudios al interior de la Secretaria de Transporte de Ibagué evidencian la imperiosa necesidad de aplicar el ‘pico y placa’ para las motocicletas, en justo equilibrio de aplicación de la ley, respecto de los vehículos particulares y de servicio público que no tienen ese privilegio y sí respetan y aplican la restricción conforme los horarios y reglas establecidas por la administración municipal.
Comienza el año 2018 y el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez nuevamente anuncia ‘pico y placa’ para motocicletas. Cabe recordar que a mediados del año pasado hizo el mismo anuncio, pero a última hora se ‘patrasió’ porque no aguantó la supuesta presión del gremio de motociclistas que se niega a contribuir a mejorar la movilidad y calidad de vida de los ibaguereños.
También es cierto que en esta decisión se debe contar con la participación de muchos actores, entre los que se encuentran la Cámara de Comercio, Fenalco y las escuelas de conducción, porque el asunto trasciende de la movilidad a la rentabilidad de los negocios de este sector de la economía.
Por otra parte, la concientización y sensibilización a los ciudadanos es primordial, porque si bien es cierto que en este tipo de vehículos se moviliza una cantidad de personas que derivan su sustento diario, igual que lo hacen los taxistas, esa no es excusa para exigir trato preferencial y evitar ser cobijado con la medida.
Las personas que la utilizan solo para ir a su trabajo será mejor que vayan pensando hacer uso del servicio público el día que les corresponda la restricción. La oferta de la ciudad no tiene problema, lo que pasa es que en esta sociedad tan personalista y posesiva, el hecho de que una persona tenga cualquier tipo de vehículo, pareciera que le generará un elemento diferenciador frente al resto de los mortales.
Alcalde, no tenga miedo. Ibagué más temprano que tarde necesita la medida de ‘pico y placa’ para las motocicletas. Por favor aplíquela.