Jaramillo: ¿El nuevo Luis H.?

Por: EDUARDO BEJARANO

Desde las épocas de vamos a hacer los mejores juegos de la historia” y “ni yo me voy a morir, ni la ciudad se va a acabar, no escuchaba tal cantidad de explicaciones insulsas y verdades a medias como las que escuché el día de ayer en la pintoresca rueda de prensa del alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, en referencia al cobro del predial.

Al repasar algunos pasajes de los raquíticos argumentos técnicos del Alcalde, recordaba que este personaje, que tanto en campaña como hoy se muestra tan preocupado por la corrupción ajena, jamás tomó partido por Ibagué en temas tan cuestionados y recordados en la ciudad como las fotomultas, el atraco de los Juegos Nacionales o la pretendida privatización del Ibal por parte de Luis H. y su camarilla en su último año de gobierno.

En la rueda de prensa, la cual los lectores podrán encontrar fácilmente en las redes sociales, sugirió Jaramillo que Ibagué quiere parecerse a Manizales o a Bucaramanga, y que para llegar a tan soñado estado hay que aplicar la actualización catastral.

Empecemos por señalar que tal afirmación resulta ofensiva, pues parte de la base de que nuestra querida ciudad, con todo y sus problemas, no tiene una identidad propia y que debemos necesariamente compararnos con otras ciudades para intentar ser mejores. Y si este fuera el caso, ¿por qué mejor no nos compara con la “Bogotá Humana” de Petro, y con el desastre que dejó en la capital?

El tema de la comparación con otras ciudades parte del hecho de que en materia catastral debemos “igualar” lo que otras ciudades han hecho, desconociendo que la realidad social es bien distinta en Ibagué que en Manizales y Bucaramanga, tema que se comprueba fácilmente, por ejemplo, al repasar las cifras de desempleo e informalidad laboral de estas ciudades, o al advertir en la capital del Tolima la desbandada de empresas en los últimos dos años, situaciones que claramente afectan gravemente el ingreso. ¿Acaso Jaramillo no entiende que la capacidad de pago de buena parte de la ciudad está ligada a variables que en Ibagué registran franco deterioro, como las dinámicas del mercado laboral?

Otro curioso argumento pasa por decir que para cumplir su plan de desarrollo, es necesario acudir a la valorización y a la plusvalía como herramientas aparentemente insustituibles.

Esta tesis claramente se deshace con dos simples preguntas, máxime si consideramos que la gestión de recursos de Jaramillo ante el Gobierno Nacional ha sido francamente mediocre. Entonces: ¿por qué no cobró valorización en el caso de la doble calzada al Aeropuerto Perales, recurriendo a un empréstito y evitando que muchos terratenientes tuvieran que meterse la mano al bolsillo por haber valorizado sus predios? Y otro interrogante que se plantea es: ¿por qué no aceptar que la Gobernación pague por el deprimido de la 60 como insistentemente se ha ofrecido, y evitar así que vía valorización muchos ciudadanos terminen pagando descomunales cifras por algo que puede salir gratis?

Otra cómica afirmación proviene del comentario sobre el POT y la incorporación de muchos predios rurales al perímetro urbano, señalando que este fue un enorme caso de corrupción que se pide se investigue con contundencia y prontitud, en lo cual coincido con Jaramillo Martínez.

Eso sí, resulta francamente ofensivo que un individuo investigado por lo del alumbrado navideño, que también tiene investigaciones por su paso por la “Bogotá Humana” y que de ñapa tiene a la fiscalía indagando la manera en que un muerto firmó una escritura, venga ahora a dar lecciones de transparencia, especialmente porque cuando se expidió el controvertido POT por decreto de Luis H. Rodríguez en el año 2014, a Jaramillo, que yo recuerde, no se le escuchó decir ni mú. Como contribuyente solo me resta un comentario al respecto: cumplido y responsable pago mis impuestos, pero jamás lo haré con agrado si me asisten dudas sobre la transparencia de quien los recibe, administra y ejecuta.

Esperemos entonces que con los millonarios recursos provenientes de los empobrecidos bolsillos ibaguereños, el Alcalde cumpla sus promesas de comprar el Deportes Tolima, de construir el cable aéreo, de adquirir el helicóptero municipal para atajar la delincuencia, de traer el Aguardiente Cristal de la Manizales que tanto admira, de inaugurar el tranvía de Ibagué, de construir el nuevo edificio de la Alcaldía, de terminar el acueducto complementario y de erradicar la corrupción, nobles e insignes propósitos que le valdrán un sitial de honor en la historia de Ibagué, por supuesto en compañía de quien otrora nos prometió los “mejores juegos de la historia”.

Post Data: Poco se dice en la alcaldía sobre los aparentes vicios del convenio con el IGAC para la actualización catastral, tema abordado por medios locales gracias a las denuncias de la Red Nacional de Veedurías. Tal vez sea cierto lo que afirmó el pasado diciembre un reputado periodista local: “En Ibagué la corrupción solo cambió de apellido. El que lo entendió, lo entendió…

Foto: Suministrada

Fecha: martes - 30 enero - 2018