Como si este terruño perteneciera a la India, suelen existir por estos lares algunas vacas sagradas a quienes el teflón económico y clientelista las mantiene inmunes a las investigaciones penales y disciplinarias que durante más de tres lustros dormitan y fenecen en las dependencias de los órganos de investigación regional.
Estos intocables personajes, prevalidos del poder político logrado desde el año 2001 e incrementado gracias al dinero espurio que diariamente ingresa a sus alforjas, han extendido sus tentáculos a la Rama Judicial, la Procuraduría General y la mismísima Fiscalía General de la Nación, como estrategia diseñada para conseguir la impunidad a sus habituales fechorías.
El Cartel del Tolima, lo han dado en llamar, y al recordarlo no puedo olvidar su par del departamento de Caldas que durante más de 20 años lideró el ex congresista Ferney Tapasco, hoy recluido en un centro carcelario pagando una condena por haber ordenado asesinar a su mayor crítico, el columnista del diario La Patria Orlando Sierra Hernández (30 de abril de 2002).
Hecho que los identifica y asimila más, por su particular modus operandi, dado el crimen ocurrido en Ibagué el 19 de enero de 2003, el del abogado y veedor ciudadano Félix Eduardo Martínez Ramírez.
Su poder político se ha incrementado, extendiéndose no solo a alcaldías, concejos y asamblea, sino ha llegado hasta el Congreso de la República, al cual también pretende llegar su más “eximio” exponente, para a ocupar la curul que hoy está en manos de su alter ego.
Cuando creímos que dado el festín que habían hecho con los dineros de los tristemente célebres Juegos Deportivos Nacionales éstos serían vinculados y capturados, su alfil en la Cámara de Representantes manipula e intriga retardando el desplome de esa Torre de Babel que han construido y que como en la cábala bíblica, se presagia como inminente.
Nuevos hechos delictuales se han publicado en las páginas de este diario, que engavetados permanecían desde la anterior administración municipal, develándose cómo mediante contratos fictos se apropiaron de nuevas millonarias sumas, aumentando así el desangre del erario al que ya nos tienen acostumbrados.
No deja de caberle responsabilidad a quienes representan a las víctimas en estas causas penales, por el excesivo protagonismo mediático, más no procesal, en las cuales deben recolectar y aportar elementos materiales de prueba y evidencias físicas, así como velar por el correcto y buen proceder de la Fiscalía y el juez de la causa. Por el contrario, su rol intrascendente marcha al compás impuesto por el ente investigador, transcribiendo preacuerdos contra mandos medios, pero dejando inmune a la cúpula del cartel.
Si la sala Penal del Tribunal Superior de Ibagué declarara la nulidad solicitada por Arciniegas Lagos en la apelación de su sentencia, situación muy probable, quedaremos en ceros y el oso ya no sería solo deportivo sino también judicial.
Toco madera.