Dicen los mayores que para hacer política se necesita un tanto de ladrón. Se equivocan. Lo que se necesita es ser un tanto oportunista. Lo digo porque antes de adueñarse de los recursos públicos, el primer paso es poder llegar a un cargo de esta naturaleza.
Me sorprende, la verdad me da tristeza, ver como por los pasillos y oficinas de entidades públicas regionales y locales, se pasean antiguos líderes juveniles y estudiantiles. Decían defender y pertenecer a una nueva generación de políticos serios, transparentes y comprometidos. Los vi hacerle campaña al Partido Verde, al Partido Liberal y hasta al Polo Democrático.
Ahora estos líderes, como se hacen llamar, trabajan casi bajo la misma bandera, como contratistas o funcionarios de cargos políticos. Digo casi la misma bandera, porque la corrupción y el oportunismo no distingue colores. Mejor, los mezcla.
Para no ir tan lejos, voy a referirme, a manera de ejemplo, cómo un grupo de jóvenes en las pasadas elecciones presidenciales le hacían campaña a Enrique Peñalosa (Alianza Verde), mientras en reuniones privadas ya se alistaban para, camisa al hombro, hacerle campaña a Juan Manuel Santos (Partido de la U) en la segunda vuelta.
Algunos de esos mismos jóvenes, quienes años atrás le hacían campaña a Luis H. (Partido Liberal), eran los mismos que habían alzando las banderas de la transparencia y el respeto por lo público de la “Ola Verde”. Otros, los había visto alzando su “voz de lucha” por la defensa de la educación pública, con las banderas del Polo Democrático. Año 2014. Muchos bajo la bandera multicolor del partido de la U. La del oportunismo político.
No hay que olvidar que su fundador, el senador Uribe, ha transitado por cuanto partido le ha servido para lograr sus fines. Estuvo en la izquierda de la cual decían era su futuro, y ahora es el prócer de la ultraderecha. Bueno, un claro ejemplo de oportunismo, pero digamos que en lo regional algunos casos podrían ejemplificar.
Mi experiencia como joven, es claro, se resume a unos pocos años de participación indirecta o directa en la política. Pero suficientes para saber que en una ciudad como Ibagué, el provincialismo oportunista no solo es cuestión de caciques políticos, sino de jóvenes que con los mismos criterios pretenden intentar cambiar su realidad. Bueno la de su bolsillo.
Su activismo dura lo suficiente como para conseguir un contrato en la alcaldía, una secretaría o, hay que decirlo, la Universidad del Tolima. No es raro encontrar en dependencias de esta universidad, antiguos líderes estudiantiles que denunciaban la supuesta corrupción de esa misma administración de la que ahora hacen parte. Mentira. Los corruptos parecieran otros.
Otro ejemplo, es el Consejo Municipal de Juventudes, de donde varios líderes juveniles han salido directamente a ser contratistas de la administración, a pesar de seguir hablando de transparencia y ética política. Es evidente, que la falta de formación política y criterio hace que estos jóvenes se dediquen a perseguir puestos. Más vale asegurar la papita, que conservar la dignidad.
Sin embargo, no dejaré perder mi esperanza, estoy seguro que aún existen varios jóvenes que aun creemos en una política limpia, alejada de esos caciques, que manejan la ciudad como si fuera una finca. Algún día por encima de cualquier peso estará la dignidad y la ética, mientras tanto seguiremos aguantando que nos gobiernen los mismos incompetentes de siempre.
*Periodista y politólogo.
Inmadurez del oportunismo
Por: SRM