La ciudad musical de Colombia vuelve a ser noticia nacional por cuenta de su elevado desempleo. En efecto, para el trimestre móvil diciembre 2017 – febrero 2018, la tasa de desocupación se ubicó en 14.9 %, por encima del promedio de las trece áreas que fue del orden de 11.7 %. Lo anterior significa que en la ciudad existen un poco más de 42 mil desempleados; para que tengamos una idea de la dimensión del fenómeno, con estas 42 mil personas podríamos llenar dos veces el estadio Manuel Murillo Toro.
Al revisar la tasa global de participación –que es una medida de la oferta laboral- encontramos que para este periodo se ubicó exactamente en el mismo nivel del promedio de las trece áreas, es decir, en 65.9 %. Esto indica que los problemas de salud del mercado laboral de Ibagué hay que buscarlos en lo que viene aconteciendo con la tasa de ocupación, que mide el ritmo de generación de puestos de trabajo.
Entre diciembre y febrero la tasa de ocupación en Ibagué se ubicó en 56.1 %, dos puntos porcentuales por debajo de la ocupación nacional. Esta cifra representa en términos absolutos que en Ibagué existen 244.416 personas empleadas, pero de las cuales más de 130 mil se encuentran en condiciones de informalidad laboral, es decir, el 53.2 %. Los trabajadores por cuenta propia, que ascienden a más de 92 mil, los trabajadores familiares sin remuneración y algunos empleados particulares ubicados en el sector comercio y servicios, hacen parte de la dramática radiografía de la informalidad que la convierten en uno de los padecimientos endémicos del mercado laboral de Ibagué, pues esta tiene impactos sobre la productividad, el nivel de ingreso medio, el consumo y la calidad de vida a largo plazo. Así, el sector comercio y servicios actúa como un refugio laboral para quienes no logran engancharse en otras actividades, particularmente la precaria industria que se sitúa en la ciudad.
Sumado a ello, llama la atención la evolución de los cesantes, es decir, personas que tenían un trabajo y lo perdieron y que, ante la imposibilidad de engancharse de nuevo, prefirieron dejar de buscar empleo, dados los costos que tienen que asumir para avocarse a esta ardua tarea. Más de 37 mil personas tienen esta condición de cesantes y su número viene en aumento desde el año 2015. Para estas personas, buscar trabajo implica gastar recursos, recursos que escasean precisamente cuando no se tiene un trabajo estable; por ello prefieren abandonar la búsqueda esperando que el mercado laboral envíe señales de recuperación.
El impacto de este deterioro no se ha hecho esperar, se refleja principalmente en el aumento de la pobreza del año inmediatamente anterior, que pasó de 17.3 % en 2016 a 18.4 % en 2017; entre tanto, la pobreza extrema creció de 2.4 % a 2.6 % en este mismo periodo. Así, un menor ritmo de crecimiento económico nacional que se siente con mayor fuerza en Ibagué, deteriora con mayor fuerza las condiciones del mercado laboral local, e impactan sobre la caída de la ocupación, el aumento del número de cesantes y alimentan la ralentización de la economía de la capital musical.
¿Dónde están las medidas contra cíclicas para desactivar este círculo vicioso? ¿qué está haciendo la actual administración municipal para recuperar el ritmo de generación de empleo? ¿qué acciones está ejecutando para fomentar el desarrollo industrial que nos saque del ciclo industria débil-baja ocupación-elevada informalidad-bajos niveles de ingreso y consumo? La política de empleo no puede reducirse a las exenciones tributarias para atraer empresas, pues está comprobado su limitado alcance y su impacto fiscal. Urge una política industrial.