Nuestra amada ciudad ha cumplido un año de existencia, sin nada que celebrar. Ni siquiera sus dirigentes se pronuncian para desearle a la ciudad, por lo menos, un feliz cumpleaños. Fue una fecha lúgubre, sin proyectos de envergadura, ni escenarios deportivos o recreativos dignos para grandes eventos, porque la ciudad está manchada en su honra y dignidad por el exalcalde Liberal Luis H Rodríguez.
Así ese partido diga ahora, o por lo menos algunos, que no tienen responsabilidad en la catástrofe que nos dejó ese nefasto personaje, porque algunos concejales de la ciudad no se atreven a mencionarlo: no por lo repulsivo de su nombre, sino por lo alcahuetas que fueron con él.
El 14 de octubre de 2016, ha dejado solo huellas de incertidumbre, sin proyectos de movilidad, sin proyectos de infraestructura, solo el anuncio de obras mediáticas, pero sin proyecciones a largo plazo. Por enésima vez, se anuncia a Ibagué como ciudad turística y de potencial de desarrollo en este sector de la economía, pero no existe un solo proyecto de iniciativa oficial de envergadura.
Se habla, se dice, se vocifera, sobre nuestro Cañón del Combeima, pero qué interesante sería que las administraciones municipal y departamental, con la empresa privada, lideraran los nuevos termales, como incentivo turístico. Es solo que se den una pasadita por Manizales o Santa Rosa de Cabal y que se acompañe del cable aéreo como medio de transporte y atractivo turístico.
Ibagué, reclama insistentemente su calificativo de Capital Musical de Colombia, pero si no fuera por los músicos de la calle, que inundan la carrera Tercera con su diversidad musical, con contadas excepciones, nadie recordaría que nuestra música debe ser diaria. La Coral Musical, que en antaño era punto de encuentro para propios y extraños, hoy es una desvencijada estructura que alberga músicos igual.
Nuestras calles y carreras, a las cuales se les puso el nombre de piezas musicales para empezar a empoderarnos de lo nuestro y sin pena alguna, solo fue una quimera sin promoción alguna o sin la cultura de pertenencia. No existe, un solo monumento que resalte a nuestros músicos y nuestra historia musical.
El eje cultural de la calle 10, ha sido invadido poco a poco hasta cuando se haga irreversible su recuperación, como la mal llamada “Calle Bonita”. Nuestra plaza Murillo Toro, invadida por todos, con sus fétidos olores y monumentos que llenaron los bolsillos de algunos pero que no significan nada. El alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, tiene una disyuntiva, mejorar, embellecer y conservar el parque Simón Bolívar pero permitir el avance de las ventas ambulantes y para rematar, los habitantes de la Pola, lo escogieron para que sus mascotas hagan sus necesidades.
Yo amo mi ciudad, como muchos, pero ya no existen los líderes ibaguereños, que para sus efemérides, siempre le hacían un regalo o mandatarios que se esmeraban para entregar una obra significativa e incluso, recuerdo a un concejal que repartió ponqué para cinco mil personas, hoy los concejales reparten actos administrativos inconstitucionales o ilegales.
No sé si sea significativo pero algunos nos dimos a la tarea de no permitir que la afrenta que nos hicieron a los ibaguereños, el señor Luis H Rodríguez, sus asesores, algunos funcionarios, quedara en la impunidad y no hemos escatimado esfuerzos, no vociferando desde una curul, sino haciendo denuncias efectivas para que nuestra ciudad sea respetada y no la conviertan en la cueva de Rolando, eso diría yo, es nuestro regalo para la ciudad.