Aunque Gabriel Camargo Salamanca atribuya sus multimillonarias utilidades en los negocios a bendiciones de Dios y otros osen llamarlo “el nuevo Rey Midas” del fútbol, no es tanta la fe, ni mucho menos la alquimia, la que hizo que este boyacense haya conseguido convertir en tres años un equipo en aparente quiebra en uno de los más rentables del fútbol profesional colombiano.
Algo más de fondo hay en todo esta trama construida desde que el Gobierno Nacional decidió poner en consideración del Congreso el proyecto de lo que se convertiría en la ley 1445 de 2011, que permitió la transformación de los clubes deportivos de fútbol constituidos como entidades sin ánimo de lucro, en sociedades anónimas, es decir sociedades de capital.
El Deportes Tolima es solo un ejemplo de lo que se pudo replicar en algunos de los 31 clubes profesionales que hasta ahora han acogido la nueva reglamentación legal del fútbol en Colombia.
El Club Deportes Tolima al crearse mediante el decreto 2195 del 20 de diciembre de 1954 definió claramente su fin, al establecer “que las actvidades del club estarían encaminadas a propender por el desarrollo del fútbol amateur” y “que sus ingresos y beneficios no se aplicarían al pago de dirigentes o a erogaciones que no llenaran la finalidad programada”.
Sin embargo, desde la llegada de Gabriel Camargo al club, si bien es cierto se sintió en lo deportivo el empuje del nuevo directivo, también es cierto que el fútbol amateur del Tolima fue su primera víctima. Y mientras cada año el negociante colocaba la totuma ante entidades públicas y privadas en busca de publicidad, apoyo económico y exoneración de impuestos y contrinuciones, recibía pagos de la entidad, sin existir aparente causa o justificación alguna (entre diciembre de 2006 y diciembre de 2007, recibió cerca de mil 800 millones de pesos).
Pero el baloto llegó, o mejor “la bendición divina”, cuando el 27 octubre de 2011 se concretó mediante escritura pública número 2107 de la notaría Segunda de Ibagué la conversión o transformación de la entidad sin ánimo de lucro Corporación Club Deportes Tolima en una sociedad anónima a la que se denominó Club Deportes Tolima S.A. Aquí los tolimenses perdimos nuestro equipo y patrimonio y pasó a manos de Gabriel Camargo (19.9%), su hija Catherine Camargo Serrano (19.9%), su esposa Leonor Serrano de Camargo (19.9%), su hijo César Camargo Serrano (12%) y el socio de Leonor Serrano en la Constructora La Sabana SAS, Francisco Ruíz López de Mesa (15.2%), entre otros socios de la familia.
El Club Deportes Tolima como entidad sin ánimo de lucro, patrimonio de los tolimenses, fue apropiado ilegalmente por la familia Camargo y sus socios de Bogotá y Cundinamarca por la suma de 1.981 millones 210 mil pesos como capital suscrito por ellos a la nueva sociedad, a la que le fue autorizado un capital total de $7.000 millones.
El balance general aprobado por la asamblea de asociados de la corporación al momento de la conversión reportaba un patrimonio líquido de 5.969 millones catorce mil pesos, constando como acreencias lo debido por los clubes Promotora Club Pachuca de México (1.291’801.000.oo) por el traspaso de Franco Arizala y la Mayor League Soccer de Estados Unidos (2.174’495.000.oo) por la venta de Diego Chará, que no aparecieron reportados como patrimonio en la nueva sociedad ni se conoce quién los cobró o a dónde fueron a parar.
Sorprende, además, los ínfimos valores en que fueron fijados los derechos deportivos del club sobre los jugadores transferidos a la sociedad de los Camargo: Anthony Silva ($357’900.000), Gustavo Bolívar ($135’000.000), Davinson Monsalve (35’833.000), Yimmy Javier Chará ($61’388.000), Yeison Rojas ($29’500.000), Darío Bustos (13’645.000), entre otros, cuando es sabido y conocido que por la sola transferencia de Yimmy Chará se cobró 50 veces el valor tasado.
Luego, no es tal inspiración Divina, el beneplácito discriminario del Dios de todos a favor de Gabriel Camargo, o que éste sea un nuevo “Rey Midas”. No, es que así es muy fácil hacer negocios, sobre todo cuando como tolimenses no defendemos lo nuestro y somos apáticos ante la rapiña que a diario hacen de lo que nos pertenece.
¿Sí entienden por qué ahora empiezan a aparecer exhorbitantes utilidades en la nueva sociedad anónima, mientras que como entidad sin ánimo de lucro siempre habían pérdidas?
Ah Don Gabriel, eres un auténtico bribón.