La primera vez que Felix Guzmán dictó una clase tenía 19 años. El enfrentarse a un grupo de estudiantes y sobre todo el poner a prueba sus conocimientos lo llenaron de miedo.
En lo primero que se fijó cuando entró al salón fue en un alumno, que lo doblaba en tamaño y que era seis años más grande que él. Los nervios se acrecentaron en los primeros cinco minutos, pero a medida que iba desarrollando la clase aquel miedo iba desapareciendo. Quizá fue el saber el que le dio desde ese día la confianza para dictar cada clase.
“Yo siempre le digo a los docentes, “la primer clase es la más importante de todas porque ahí el estudiante lo mide, el estudiante ve si usted sabe, si usted va exigir orden”, explica Guzmán, quien hace poco renunció a la rectoría del colegio Augusto E. Medina de Comfenalco, cargo que desempeñó desde el año 1995 dejando un legado de más de dos décadas y una enorme huella en la historia de esta institución.
Un docente por vocación
Felix es licenciado de la Universidad del Tolima en Biología y Química y especialista en gerencia de instituciones educativas de la misma universidad; exluchador y subcampeón nacional de lucha olímpica grecoromana, amante del fútbol, baloncesto, voleibol y una enorme lista de deportes. Cantautor, escritor del libro “electricidad electroquímica” y hasta poeta.
Un docente por vocación que dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y compartió sus conocimientos en diferentes instituciones de la ciudad, entre ellas el colegio Externado Popular de Bachillerato en el año 73, el colegio Benjamín Herrera, el colegio San Simón (jornada nocturna) y por supuesto el colegio de la caja de compensación Comfenalco en el que fue docente, vicerrector y rector desde el año 1977.
“Mi consejo para quien decida dedicarse a esto es tener vocación. Puede que la persona no esté bien preparada pero si tiene vocación hace grandes cosas como maestro, porque el maestro está más allá del conocimiento, está en el corazón, en su esencia, en su voluntad y deseo de ver superar a su alumno”, opina Guzmán.
El legado que le dejó Felix al colegio Comfenalco
La llegada de Felix a la rectoría fue, como muchos de sus logros, un resultado del esfuerzo y el destino. Recuerda que cuando abrieron la vacante para ser vicerrector a él ni se le cruzaba por la mente postularse porque apenas tenía 27 años y había cumplido dos años de docente en ese colegio.
Él estaba en su laboratorio, cuando el rector entró al salón, le entregó un oficio con el nombramiento y le dijo en un tono retador: “Aquí le traigo esto. Lo voy a nombrar como vicerrector pero si de aquí en diciembre no me tiene el colegio organizado, se va ¿Acepta o no?”
El final de la historia ya todos lo conocen. Guzmán se desempeñó como vicerrector por más de 15 años y solo fue hasta el 95 que recibió el nombramiento como rector. La puntualidad, la disciplina y el respeto fueron la base de su legado y como un buen amante de los deportes y de las artes, Felix salió del colegio dejando consolidada una banda marcial, un grupo musical, un grupo de cámara, danzas y hasta un grupo de rock. “Extrañaré mis amigos y colegas y espero, como les dije a ellos, no quedar empotrado en las paredes del colegio sino en los corazones de las personas que pude influenciar”, expresa de forma emotiva Guzmán.
Una familia de maestros
Para Felix, la vocación de ser maestro nació de su madre. Ella, aunque no estudió, alfabetizaba a personas de la comunidad de Natagaima, de donde es oriundo, y les enseñaba a leer y escribir.
“Yo le decía a las personas que la forma de ser más libre y de expresar sus ideas era leyendo y escribiendo”, dice Felix y admite que fue viendo la labor de su madre que la educación lo invadió completamente “desde ese momento dije: yo soy maestro”, comenta Felix. Fue por aquella influencia que seis de siete hermanos fueron maestros.
Pero ningún logro ha sido en vano. Atrás quedaron los recuerdos de épocas difíciles en las que debía trabajar para costear sus estudios y en algunos casos dejar de matricularse cuando no había recursos para solventarlos.
“Toda la carrera fue trabajando: en la mañana trabajaba y en la tarde y algunas noches estudiaba”, relata él. Incluso en el año 76 se quedó sin empleo y tuvo que retirarse del último semestre de su carrera para ir a trabajar en un colegio del municipio de Herveo mientras ahorraba el dinero suficiente para continuar con sus estudios.
Hipotiroidismo
Sin embargo, la adversidad más grande que ha tenido es la enfermedad que padeció su hija al nacer, hipotiroidismo, que produjo una reducción en su capacidad cognitiva. Incluso a sus cortos ocho años de vida los médicos no daban un diagnóstico esperanzador y confundían su enfermedad con Síndrome de Down.
Pero como Felix no es de los que se resignan tomó, él mismo, el cuadro hemático de su hija y buscó que otro médico le realizara un examen de hipotiroidismo que, claramente, salió positivo. “Hoy con 36 años vive con nosotros y es la razón de mi existencia, era la que más me estaba esperando en mi casa”, dice Guzmán, quien hasta compuso una canción relatando la historia de su hija.
Ahora, luego de 40 años agitados de labores educativas y de haber graduado a más de 4.500 alumnos en esta institución, Felix se retira del colegio Comfenalco e inicia otra etapa de su vida, la llegada nuevamente al hogar con su niña y su esposa y el dedicar su tiempo libre a dos de sus pasiones: leer y escribir. “Hay varias cosas que tengo que escribir, posiblemente una novela sobre mi hija”, confiesa.