La caída de Orlando Arciniegas Lagos y de una parte de la red de desfalco de los Juegos Nacionales constituye, sin duda, un hecho político de gran envergadura. Jurídico también. Y administrativo, y ético, y social, etcétera.
Pero también es una gran lección de pedagogía a la inversa. El problema es que ese punto de vista no ha sido estimulado, máxime cuando Ibagué y el Tolima tienen una altísima tasa de estudiantes universitarios que se forman en Derecho.
No cabe duda de que la captura y el proceso han hecho las delicias en los “mentideros” políticos de la ciudad. En privado. Solo los medios de comunicación independientes, los que no le deben favores ni pauta a la administración anterior, han llevado la bandera de la denuncia – fundamentalmente en el que escribo.
La indignación en redes sociales todavía no es capaz de expresarse en la vida real para exigir cambios sustanciales en la manera como se administran los recursos de la ciudad. Al día de hoy parece que todo el mundo se conformó con el “voto de castigo” al candidato del continuismo en las elecciones pasadas, como si eso fuera suficiente para castigar a toda una clase política, comprometida con la corrupción y el despilfarro.
Desde mi punto de vista, los hechos, inequívocos, tozudos, todavía no interpelan ni ética ni políticamente a la ciudadanía y mucho menos a la academia, que continúa graduando abogados – 260 en promedio anual – como si viviéramos en el mejor de los mundos.
Hay dos cifras escalofriantes en relación con este último asunto. La primera es que solo en Ibagué hay cerca de 3.000 estudiantes de derecho (Ver: Preocupación por sobreoferta de abogados en Ibagué). Una cifra altísima, si se analiza en relación con las oportunidades de empleo que ofrece la región en este campo.
La segunda es el altísimo número de profesionales de esa área investigados solo ante el Consejo Seccional de la Judicatura. (Ver: Más de 600 abogados investigados en el Tolima)
Esto puede ser síntoma de que el papel de las universidades se ha centrado menos en los formativo que en lo puramente profesionalizante. Es decir, casas de estudios superiores reducidas a “tituladeros”, muy inferiores a la fe pública que la sociedad ha depositado en ellas.
De hecho, de entrada, las universidades han sido derrotadas por el “currículo oculto” de la cultura, y han terminado siendo consecuentes con él: si para la moral en turno lo que está por encima de todo es el éxito personal – sinónimo de plata, poder y prestigio – independientemente de si los medios para conseguirlo son la trampa, el ladinismo y el pillaje, entonces es ordinario que el Derecho se haya convertido en un trampolín para satisfacer los extraordinarios deseos personales de sus profesionales.
Este es un buen momento para que los programas y las facultades de Derecho se cuestionen seriamente su papel en la región y en el país. Si lo suyo será inscribirse en la loable tradición de juristas que han promovido los grandes debates institucionales, políticos y jurídicos nacionales, o si seguirán siendo como hasta ahora “tituladeros” para abogados invisibles que lo único que ambicionan es aliarse con políticos y empresarios para desfalcar el erario público.
Arciniegas Lagos, el gran antipedagogo, es apenas un parche visible de una gran colcha de retazos tejida a todas manos. Su mal ejemplo seguirá rondando los pasillos de los Palacios y de las universidades si no somos capaces de asumir la lección que nos está dando a gritos: el crimen no paga.
Nota: Frente a la huelga de hambre y la protesta legítima de los estamentos universitarios, las directivas de la Universidad del Tolima y el Movimiento por la Universidad Siempre Abierta, afirman categóricamente que se está afectando la imagen de la universidad. Frente a la captura en flagrancia del Jefe de la Oficina de Control Interno y Disciplinario mientras extorsionaba a un funcionario, las primeras piden respeto al debido proceso para que pueda «demostrar su inocencia», el segundo guarda silencio. ¿Qué es lo que realmente le está haciendo daño a la institución? Pese a que el rector dijo públicamente que presentaría su renuncia el pasado lunes, a esta hora sigue sin cumplir su palabra. La crisis moral de la institución, de sus directivas y de sus defensores es imponderable.