En contraste con los hechos violentos que a diario se registran en Colombia, existe un municipio al sur oriente del departamento del Tolima que completó 10 años sin ningún homicidio.
Desde el 19 de febrero del año 2008 no se volvió a escuchar el sonido de balas, cilindros bomba ni el ruido de tropas guerrilleras en el municipio de Alpujarra.
En ese pueblo cafetero, que tiene más de 5.000 habitantes, todavía recuerdan con nostalgia aquellas épocas en donde los frentes 17, 21 y 25 de las Farc llegaban en horas de la madrugada a tomarse a sangre y fuego el casco urbano.
Alexander Díaz Martínez, alcalde municipal, rememora esas épocas. “Históricamente siempre fuimos un municipio muy afectado por la violencia. La gente no podía dormir tranquila. La incertidumbre, el miedo y la zozobra estaban presentes en cada rincón”.
De acuerdo con el mandatario, en Alpujarra hubo aproximadamente siete tomas guerrilleras y un cuantioso número de hostigamientos que ocasionó, muchas veces, la destrucción del pueblo.
“Destruyeron en muchas ocasiones los cuarteles de Policía y decenas de viviendas. Varias veces quedamos en ruinas tras los ataques con cilindros bombas que nos afectaron durante muchos años”, relata Díaz.
La época de terror dejó a más de 3.400 víctimas. Varias de ellas, no soportaron la tensa situación y huyeron con lo que tenían puesto; otros se quedaron a escribir una nueva historia en donde la resiliencia es la protagonista.
“Todo el municipio fue víctima porque todos vivimos la guerra. Nadie se salvaba, ni los campesinos podían salir a la cabecera municipal a comercializar sus productos, no obstante, decidimos pasar la página y demostrar cultura de paz”, señala.
Aunque los estragos de la guerra dejaron huellas que nunca se borrarán de la memoria de los alpujarreños, el Alcalde asegura que han logrado resurgir de las cenizas y vislumbrar un mejor futuro para las nuevas generaciones que se forman allí.
“Nos ha tocado sobrevivir y resurgir como el ave Fenix, de las cenizas. Lo importante es que somos una población unida que está luchando por salir adelante y tiene buenas expectativas del futuro”, menciona.
Retornó la esperanza
Las fuerzas militares y la Policía fueron fundamentales para devolverle la calma al pueblo. Con el paso del tiempo, la población empezó a respirar tranquilidad y los hechos violentos, que perturbaron durante años esta zona del departamento, quedaron en el olvido.
La lucha frontal de las autoridades para replegar a los insurgentes y el constante rechazo de los lugareños, hicieron lo impensable: desaparecer a las Farc del municipio.
Sin embargo, aunque la violencia desapareció, aún persisten fallas en la cobertura de servicios públicos, infraestructura vial, salud y educación.
“Todavía hay muchas cosas que mejorar. Por ejemplo el acceso al municipio es complicado debido a las malas condiciones de la vía. Ojalá que ahora en el posconflicto el Gobierno mire hacia para aca y nos traiga inversiones que promuevan el desarrollo”, manifiesta el Alcalde.
La aplicación de estrategias por parte de la Policía en la creación de escuelas de convivencia y seguridad ciudadana, proyectos productivos agropecuarios, entre otras más, han sido el pilar fundamental para mantener el importante resultado que convierte a esta población en un ejemplo a seguir en el todo el país.