En Ibagué hay cerca de 98.200 personas desempleadas o buscando su sustento en trabajos informales y los ciudadanos pueden tardarse hasta un año para encontrar un empleo formal, asegura el Observatorio del Empleo del Tolima. (Ver: Siete cosas que desempleo en Ibagué que posiblemente no sabía)
Ante este difícil panorama, la caja de Compensación Familiar Comfenalco Tolima y la escuela de vigilancia privada ISI pusieron en marcha un programa de formación para que ciudadanos que residen en barrios populares de Ibagué pudieran tener una oportunidad laboral.
«El crecimiento de la construcción en Ibagué ha generado un incremento en la demanda de personal en el sector de la seguridad privada para los nuevos conjuntos residenciales y edificios de apartamentos y oficinas, razón por la cual es oportuno brindar capacitación sin costo a estas personas que no cuentan con los recursos», dice William Mahecha Acosta, capitán retirado de la Policía Nacional y propietario de la escuela de vigilancia privada ISI.
Desde septiembre de 2016, han capacitado a más de 200 personas, residentes en sectores vulnerables como Modelia, Álamos, El Salado, Las Ferias, 12 de octubre, Boquerón, La Unión, Jazmín y Multifamiliares El Tejar, entre otros.
«Cada curso de entrenamiento para vigilantes dura dos semanas y cuesta $380.000. Ese costo es asumido por la caja de compensación familiar Comfenalco Tolima. Nuestra misión es capacitar al personal pero hemos logrado entregar un valor agregado, que es ayudar a la vinculación laboral de los estudiantes. Nos interesa que esta alianza con Comfenalco permita sacar del desempleo a muchas personas», afirma el capitán Mahecha.
De las 200 personas que se capacitaron en el último trimestre de 2016, la escuela de vigilancia ISI ha logrado reubicar en el mercado laboral a 32 estudiantes, quienes hoy tienen una remuneración mensual que supera el $1’000.000.
Los beneficiarios, en su mayoría, son jóvenes que llevaban más de un año buscando trabajo y que ante la falta de opciones estaban en el comercio informal. También, han resultado favorecidas personas con discapacidades físicas que eran rechazadas por las empresas de la ciudad.
«Duramos casi tres meses prácticamente sin tener qué comer»
A sus 22 años, José Vicente Gómez vio de frente la desagradable cara desempleo de Ibagué. Cuenta que al terminar su bachillerato en el colegio Inem, fue al Ejército a prestar su servicio militar y al regresar no encontró trabajo en ninguna parte.
Entregó hojas de vida durante nueve meses y como no encontró un empleo formal tuvo que trabajar entregando arroz y en las famosas tiendas de remate conocidas como: ‘Todo a $5.000’. Lo hizo para generar algún ingreso que garantizar su subsistencia y la de su esposa.
Allí se ganaba entre $20.000 y $25.000, pero si algún producto se dañaba se lo descontaban de su pago y solo le quedaban $4.000 por una jornada de trabajo de 12 horas.
«Duramos tres meses prácticamente sin tener con qué comer, en los cuales pasamos una situación difícil. Nos colaboraban nuestros padres, la mamá de ella y mis papás nos colaboraban. Nos regalaban una librita de arroz, una libreta de frijol para tener por lo menos para el día», cuenta José Vicente.
En noviembre de 2016, se entera que Comfenalco Tolima está ofreciendo cursos para facilitar el ingreso al mercado laboral y no lo piensa dos veces. Fue, se inscribió e inició su proceso formativo que duró dos semanas.
«A los 15 días (de terminar el curso). El primero de diciembre ya comencé a laborar. Gracias a Dios tuve una Feliz Navidad. Los horarios son de 12 horas, ahora estoy en un puesto fijo que va de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana, y los ingresos son buenos», dice.
«Mi calidad de vida y la de mi familia cambió»
Yurledys Devia terminó su bachillerato en el año 2003, en Anzoátegui, un municipio del norte del Tolima donde las oportunidades también son pocas. Tenía en ese momento 16 años y eso hizo que las posibilidades de encontrar un empleo se redujeran.
En diciembre de 2016 decidió radicarse en Ibagué y se inscribió en el programa de formación de Comfenalco, a través de la escuela de vigilancia privada ISI. «Vine a inscribirme en ISI, mi curso lo empecé el 12 de enero y lo terminé el 24. Después, duré 15 días presentando hojas de vida. El 3 de febrero me llamaron de ISI para decirme que había una oportunidad de trabajo en el centro comercial Acqua, y desde el 5 de febrero inicié a trabajar», relata.
Dice que su empleo ha permitido que su calidad de vida y la de su familia cambiara para bien, y que espera continuar su formación académica para algún día obtener el título de psicóloga.