Luego de los resultados que nos dejó el plebiscito que se llevó a cabo el pasado 2 de octubre, surgen múltiples aristas de análisis que indiscutiblemente hoy son escenarios de reflexión, y que después de intentar digerir y analizar todo lo que sucedió, me llevan a reafirmar que los medios de comunicación se convierten en un actor en el que el cuestionamiento no puede ser ajeno.
Debemos partir de la labor que éstos tienen, en donde el entretenimiento e información son las dos grandes categorías en las que se han movido y que han despertado diversas posturas que se convierten en categorías de análisis o de interpretaciones como su poca capacidad de análisis, su subjetividad desmedida, la mercantilización periodística percibida como la “enmermeladización” de los valores periodísticos, o como bien lo diría Juan Gossain, encontrarnos hoy con una prensa que se está convirtiendo simplemente en promotora o atacante del otro.
Casos como el acontecido hace un par de días, en el que un director de un medio regional apareció con posturas en donde la estigmatización y la priorización de la lógica mercantilista superan a la de responsabilidad moral ý ética, me llevan a preguntarme sobre el papel pedagógico que tienen los medios de comunicación, que poco ha sido reflexionado. (Ver: Promotores de la consulta minera son marihuaneros y mamertos: gerente de Ecos del Combeima)
Como bien lo diría León Trahtemberg, la dimensión educativa de los medios de comunicación tiene que ver con la manera como ejercen su responsabilidad social en pro de la vigencia de los valores constitucionales y sociales, ayudando a la ciudadanía a convertirse en constructores de una sociedad pacífica y democrática.
Con lo que hemos visto, el marco no solamente de coyunturas electorales, sino en el mismo día a día, nos hemos encontrado con cuadros noticiosos que atentan precisamente al fortalecimiento de estos valores y le apuestan a contenidos donde no existe equilibrio o verificación, prima el sensacionalismo, y de esta manera logran convertirse en instrumentos de fanatismo e imposición de un solo punto de vista.
Los medios tienen que partir del respeto y la comprensión de las opiniones de quienes entrevistan, alejarse de la descontextualización y la manipulación informativa, diferenciar los géneros de opinión – editorial de la noticia, y de la no manipulación de éstas para que coincidan con su línea editorial.
Pero no solamente los encargados de informar día a día tienen importantes retos, sino que desde los diversos roles que existen en estos procesos comunicativos se deben generar algunos compromisos: reflexionar sobre el rol y la responsabilidad que tenemos los receptores o consumidores de medios, que nos convertimos en cómplices y multiplicadores de la información que estos nos dan, sin tener un papel crítico y activo.
Apropiarse del rol educativo que como comunicadores o periodistas tenemos por naturaleza y que debe estar trazado por la responsabilidad que conlleva nuestra profesión; generar desde la academia escenarios de reflexión que propendan a través de sus currículos formar nuevos profesionales que no caigan en las mismas prácticas o dinámicas irresponsables que hoy son evidentes en algunos casos.
Es el momento de dejar de promover medios que convierten lo marginal en normal, los antivalores en lo noticioso, de dejar de darle peso y prioridad a la información que le juega a la deshonra, y de enrutarse en una trasformación pedagógica de lo que implica nuestra profesión.
@rafaelgonzalezp