El olvido del cementerio de los N.N. y de los ibaguereños sin recursos

Entre árboles, hierba seca y cruces blancas, reposan los cuerpos de miles de personas que llegaron a la muerte sin nombre y sin dolientes. El cementerio de los N.N., administrado por la Arquidiócesis de Ibagué, recibe en promedio tres y cuatro cadáveres al día, en su mayoría, habitantes de la calle. En las fosas también son sepultados familiares de ibaguereños que no tienen los recursos suficientes para pagar una bóveda.

El llamado cementerio de los N.N. existe desde hace más de 50 años en la ciudad, al igual que el Cementerio San Bonifacio, ambos manejados por la Arquidiócesis de Ibagué. Sin embargo, pese a su cercanía y misma administración, cada uno ofrece una imagen  distinta.

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El cementerio de los N.N. se ubica en el barrio El Bosque Parte Alta, contiguo al San Bonifacio. Cuenta con una morgue y un pabellón para bebés fallecidos. Recientemente, fue construida allí una bóveda para alojar los restos de los cuerpos que cumplen su proceso de descomposición luego de cuatro años. Lo demás, puede describirse como un amplio terreno que sella el anonimato con filas de cruces blancas, la mayoría sin nombre, y sin quien les hable o les llore.

Por su parte, en el Cementerio San Bonifacio puede decirse que hace presencia «la vida». En la mayoría de las tumbas reposan flores frescas, fotografías de los fallecidos y los operarios se encargan de la oportuna limpieza y el cuidado de las lápidas. En los 18 pabellones se arriendan bóvedas a partir de los $320.000, y otros servicios como jardinería y disposición de rejas, mientras que enterrar a un N.N. en una fosa en tierra cuesta solo $60.000.

Jairo Puentes, operario que lleva 15 años a cargo de este cementerio, señala que: “es muy triste que usted llegue con un familiar, y no tenga los recursos suficientes para enterrarlo. Aquí por eso siempre hay fosas abiertas, para que cuando llegue un cadáver se entierre en menos de veinte minutos. A veces, incluso, se entierra a alguien por caridad”.

Aunque no existe un estimado de cuántas personas hay enterradas en este momento, Puentes comenta que hace unos diez años, cuando el conflicto armado en el país estaba recrudecido, la cifra de cadáveres que recibía oscilaba entre los 10 y 15 por día. “Toda persona que encontraban en el campo la mandaban para acá. En ese tiempo eran muchos los muertos», afirma Puentes.4

El Instituto Nacional de Medicina Legal-seccional Tolima-, en convenio con funerarias como Los Olivos, provee ataúdes para el entierro de estos N.N. Aunque ellos sí los identifican en el momento del fallecimiento, en el cementerio no se tiene un registro de estos datos, por lo que alguien que desee reclamar unos restos debe primero hacer la denuncia de desaparición y solicitar a la Fiscalía y Medicina Legal la exhumación.

Un cementerio sin dolientes

Si en el Cementerio San Bonifacio se conocen historias de dolientes que visitan a sus seres queridos durante largo tiempo, en el cementerio de los N.N. el olvido le gana al dolor por cualquier pérdida. “Una vez conocí a un señor que vino todos los días durante ocho años seguidos a hablarle a su esposa en la tumba, como si todavía estuviera viva. También sé de una madre que desde hace unos dos años viene a llorar a su bebé. Pasa cada dos o tres días, y se queda hasta las 7:00 p.m.”, afirma Joel Soler, operario del cementerio.

Las almas del cementerio N.N., en cambio, no tienen dolientes. Su última huella es una cruz blanca en la que se enreda la hierba creciente y el musgo. El frío y el silencio son los únicos que acompañan su reposo.

Por el contrario, en el cementerio San Bonifacio han sido enterrados personajes públicos de la ciudad como la compositora Leonor Buenaventura, llamada la ‘novia de Ibagué’, el General Maximiliano Neira, Jorge Ezequiel Ramírez Salazar, conocido como ‘Emeterio’ del dueto musical Los Tolimenses,  y los exgobernadores Rafael Parga Cortés y Juan Tole Lis.

Las grandes y pequeñas caravanas con carros y motos, y los homenajes rendidos a estas figuras sobresalientes de la historia de Ibagué, son solo un sueño dormido para los cadáveres que guarda el cementerio de los N.N. con humildad y misterio. Es como si estas almas volvieran a nacer, pero en el anonimato, a la espera de alguien que los pregunte y les devuelva la dignidad de su nombre, mientras el paso del tiempo consume poco a poco el silencio de una cruz clavada en la tierra.

Por: REDACCIÓN IBAGUÉ

Foto: ELOLFATO.COM/HERNANDOBAZURTO

Fecha: domingo - 3 abril - 2016