El pasado primero de diciembre, Christian Egboo y William Houeledjo, dos inmigrantes provenientes de la República de Benín, un país ubicado en el oeste de África, llegaron a Bogotá con la promesa de ser contratados en un equipo de fútbol. Sin embargo, el sueño de ser jugadores profesionales se desvaneció cuando la persona que los trajo desapareció con su dinero y los dejó abandonados.
Desde ese día, ambos emprendieron toda una serie de desafíos para sobrevivir en una ciudad ajena, ubicada a miles de kilómetros de su familia, y sin dinero.
De Cotonú a Ibagué
La historia de cómo Christian y William terminan en Ibagué empieza en Cotonú, la capital económica de Benín, y hasta el año pasado el hogar de ambos. Allí, Christian se desempeñaba como docente de idiomas y traductor gracias a sus conocimientos en inglés, francés y español, así como otras cuatro dialectos. Al mismo tiempo, dedicaba gran parte de su día a entrenar fútbol junto a su amigo William, un veloz delantero que había anotado 16 goles en la liga local de su país durante el 2015. Ambos vivían con la ilusión de surgir como futbolistas y buscaron otros horizontes en vista de la interrupción del campeonato beninés a causa de problemas políticos.
En su trabajo como traductor, Christian conoció a un colombiano comerciante en el sector del azúcar, quien necesitaba servicios de traducción para sus asuntos laborales. Es de esta manera como el joven de 25 años terminó siendo asesor del empresario durante más de un año.
En el último trimestre de 2015, el colombiano decidió regresar a su país, no sin antes hacerle una ‘propuesta laboral’ a Christian: este le conseguiría un contrato laboral al joven africano con el equipo Jaguares de Córdoba, equipo de la ciudad de Montería en Colombia. Por su parte, el joven debía invitar a algún compañero suyo que fuese delantero para que lo acompañase en esta aventura.
Así las cosas, William terminó entusiasmándose con la propuesta y ambos aceptaron la única condición que les planteó el estafador: conseguir el dinero para los tiquetes y traer al menos 600 dólares en efectivo para los gastos de los primeros días.
De tal manera, los dos jóvenes pidieron dinero prestado a amigos y conocidos para hacer sus trámites y comprar los pasajes hasta Colombia, los cuales tienen un valor aproximado de 2.600 dólares. Fue así como Christian y William emprendieron un periplo desde Cotona hasta París, y luego hasta Bogotá, sumando un total de 18 horas de trayecto.
Al llegar a la capital colombiana, se suponía que el empresario debía esperarlos, pero este simplemente se presentó durante unas horas para decirles que Jorge Luis Bernal estaba en Ibagué, pues para ese entonces el tolimense ya había dejado de ser Director Técnico de Jaguares de Córdoba.
Una odisea en Ibagué
Al llegar a Ibagué, el colombiano los instaló en un hotel cercano a la Terminal de Transportes y les pidió el dinero que ellos traían en efectivo para pagar su estadía. Desde ese momento, ni Christian ni William saben sobre el paradero del estafador.
A partir de entonces, ambos debieron comenzar una travesía por la ciudad con el fin de suplir sus gastos, ya que luego de dos semanas el hotel en el que se encontraban decidió tomar sus maletas como seguro de pago. Quien los trajo solo había pagado cuatro días.
Una segunda oportunidad
Desde hace casi tres meses, los dos jóvenes africanos han tenido que sortear una gran cantidad de obstáculos para lograr sobrevivir en la ciudad musical. En este momento, ambos buscan un trabajo que les permita tener unos ingresos mensuales para su manutención, pero sobre todo para pagar las deudas que han adquirido desde que decidieron embarcarse en este viaje.
No obstante, conseguir un trabajo en Ibagué no es una tarea fácil, mucho menos si se es extranjero. Cabe aclarar que Christian domina perfectamente el español y estos dos meses en Ibagué le han ayudado a conocer la ciudad y el idioma con mayor precisión. Por su parte, William habla perfectamente el francés y el inglés, y sobresale por sus habilidades futbolísticas.
Es evidente que tanto Christian como William necesitan formalizar su situación en esta ciudad que cada vez sienten más suya, pero en la que todavía no encuentran una forma de sobrevivir y saldar las cuentas que cada vez se hacen más grandes. Aunque los dos jóvenes han hecho contactos incluso con entidades públicas, nadie se ha atrevido a emplearlos.
Por supuesto, Christian y William se atrevieron a hablar con ELOLFATO.COM con el fin de contar su historia. Además, ambos esperan lograr una segunda oportunidad tanto laboral como deportiva. Así, si alguno de los lectores considera que puede ayudar a los dos jóvenes puede comunicarse al número 313-314-3044.