El “dinamismo” político

Por: JUAN MANUEL DÍAZ

Aunque suene a cliché o a frase diplomática para justificar alguna artimaña en los ejercicios de poder, no podría negarse que la política es “dinámica”. Lo hemos visto en los escenarios nacionales cuando antiguos contradictores terminan en una alianza para salvaguardar intereses electorales: caso Pastrana-Uribe, o cuando los viejos amigos, de la nada se vuelven enemigos, y entran en guerras absurdas en donde se busca dividir y vencer: caso Uribe-Santos.

Los escenarios locales también han permitido que los polos opuestos se atraigan para no aniquilarse, o viceversa cuando de la nada alguien se hace “enemigo” de otra persona, con el fin de estar vigente en los acalorados debates radiales y mentideros políticos. Aquello bien clarito pudieran confirmarlo personajes de la política criolla como Carlos García y Mauricio Jaramillo, quienes por estos días pretenden poner candidata a la Gobernación, con el aval de otro peso pesado como Emilio Martínez.

Si bien los ejercicios electorales resultan siendo de gran atractivo para muchos, evidenciado ello, no solo en todo aquello que se hace para llegar a ser elegido, sino también en esa proliferación pueril de candidatos que por estos días hacen campaña; también la política resulta siendo un desastre cuando no se tiene ni el carácter, ni la madurez para afrontarla como debiera ser. Bien decía recientemente Jaime Bayly en una de sus columnas, que cuando alguien se lanza a la política, pierde de alguna manera sus espacios de libertad, pues está supeditado a sus electores, y a todos aquellos que permitieron que ese alguien llegara a una curul o cargo.

Salir a los debates públicos, participar en una elección, prometer y generar expectativas, compromete entonces un principio en donde quien se hace político, se vuelve el empleado de millones de personas, perdiendo su independencia, y en los peores casos no solo su libertad, sino su vida, como ha ocurrido recientemente con el expresidente peruano Alan García. Aun cuando pareciera que el político está más cerca de un ideal de individuo preocupado por las comunidades, en la mayoría de casos su humanidad se desvanece mientras trata de convencer a sus electores, incluso con engaños y verdades medias, que es bueno.

El oficio de ser político, corroe las mentes más brillantes, suele sacar la peor de la miseria humana, y especialmente ese “dinamismo” le da pie al juego sucio, a las campañas oscuras, y a otro tipo de condimentos que, en Ibagué, permitieron la estafa más grande en los últimos años en Colombia: un viejo político con cara de bonachón, se robó media ciudad, luego de hacer alianzas con todo el mundo, incluidos los medios de comunicación, y es eso lo que ni la ciudad, ni el departamento se pueden volver a permitir.

Ya estuvo bueno de la repartija, y de los caciques que a manteles ponen y quitan según su conveniencia. Ya los rojos parecieran haber volteado a Olga B., por otra señora que pasó sin pena ni gloria por el Congreso, así como voltearon a Rubén Dario Rodríguez para beneficiar a Guillermo Alfonso en 2015, y es probable que también le den la espalda a un joven y bien intencionado Camilo Delgado.

Hablando de «dinamismos», el recién proclamado candidato uribista a la Gobernación, Carlos Edward Osorio, hasta hace unos meses pertenecía al Partido de la U, y defendía a capa y espada el proceso de paz con las Farc. ¿Cambiará de discurso como cambiar de camisa o Partido?

 

Foto: SUMINISTRADA

Fecha: miércoles - 24 abril - 2019