No podemos pasar por alto las consecuencias de los peores Juegos Deportivos nacionales de la historia, porque estos se convirtieron en una vergüenza nacional para no mostrar. Quedaron enterradas las esperanzas de cambio, las ilusiones de una Ibagué deportiva, la promesa de los mejores escenarios y el optimismo de un cambio a nivel cívico que se inyectaría automáticamente a través de las justas deportivas.
Los ciudadanos de Ibagué decimos presente, aquí estamos, y no vamos la vergüenza nacional y que tenemos unos de los ‘elefantes blancos’ más grandes del país. Los Juegos Nacionales deben quedar como un ejemplo muy claro de lo que no se debe hacer: es muy evidente que lo que no se proyecta con conciencia no genera excelentes resultados.
La improvisación fue desde el primer día e incluso llegó hasta la ejecución de las contrataciones. ¿Pero en algún momento pensaron en las condiciones en que los deportistas iban a seguir preparándose para representar al Tolima? Se necesita haber sido deportista para poder ponerse en los zapatos del otro y poder entender los riesgos de entrenarse en terrenos desconocidos. Hay que ponerse en los pies de un patinador que arriesga su vida entrenando a las afueras de la ciudad y sobre asfalto, en el cuerpo de un clavadista que practica en una camilla elástica, en un ‘waterpolista’ que tiene que cambiar su rutina para ejercicios fuera de la piscina, etc.
El daño a nivel monetario está en proceso, el dinero a futuro se puede recuperar y los escenarios seguramente se terminarán, pero ¿quién mide el daño causado en la moral de los deportistas? ¿Será que a los que se enriquecieron con este dinero les importa? Espero que sus consciencias, si es que la educación se los permite, les dé una luz al final del sendero que les admita recrear el panorama, para así un día poder decir: «Señor turista, lo invito a visitar los mejores escenarios deportivos de Colombia».
Pero es a quienes nos quitaron los Juegos Nacionales a quienes les quiero preguntar: ¿Cuántos años tienen que pasar para que las nuevas generaciones de ibaguereños se motiven a ser deportistas? ¿Quién mide las secuelas a nivel deportivo, social y cívico? Ibagué está cambiando, pero no olvida, no repite, y los ciudadanos que estamos apuntados a generar cambios cívicos a través de nuestras consciencias estamos remando para el mismo lado. El coletazo del huracán Tolima es una historia para la eternidad.