El asco condicionaría los juicios morales

Definida en términos sencillos como la evaluación buena o mala que puede tener cualquier persona sobre algún hecho, la moral no solo estaría limitada al conjunto de razones que constituyen el deber ser del comportamiento humano.

Los juicios morales estarían más asociados con las emociones que se generan en forma automática, sin ningún tipo de mediación”, explica Gustavo Silva, estudiante del doctorado en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien participó en el seminario ‘La biología evolucionaria y su impacto en el estudio de la naturaleza humana y su entorno’.

Durante el evento, realizado por la Asociación Iberoamericana de Filosofía de la Biología en la U.N., el investigador advirtió que bastaría con identificar algún sentimiento que despierta un potencial peligro de daño –por ejemplo, los habitantes de la calle son ladrones– para que una situación o una persona se termine estigmatizando como moralmente mala.

De igual forma, elementos que comúnmente se asocian con lo sucio, viscoso y contaminante, tales como las vísceras o la sangre, terminarían desencadenado una sensación de asco, que de manera simultánea tendrán como consecuencia una reprobación moral cuando se valoren ciertas situaciones de la vida en las que se presenten.

Actos como la segregación racial o como las ofensas contra la religión o la corrupción generan un sentimiento de repugnancia, que estaría sustentado en la identificación de personas con cierto potencial de corromper al resto de la sociedad.

Educación emocional  

Aunque las alertas que genera este mecanismo asociado con el asco contribuyen a que podamos reconocer y cuestionar actos evidentemente censurables como la corrupción, se trata de una emoción que también se puede educar.

En tal sentido, el doctorando llama la atención de que cualquier persona, mediante la educación, podría estar condicionada a sentir asco según determinados patrones culturales: “es el caso típico de nuestra reacción frente a las heces fecales; solo después de los cuatro años los niños adquieren esta emoción influenciada por los padres”, subraya.

Aunque el asco es un mecanismo evolutivo natural, conductas como el racismo podrían ser enseñadas mediante un comportamiento parecido en el que tener un color de piel distinto desencadenaría un conjunto de sentimientos repulsivos que influenciarían nuestros juicios morales.

El peligro, subraya el investigador, es que una vez se recibe una educación sobre este tipo de sentimientos, las reacciones vinculadas al asco que desencadene un evento serán muy difíciles de modificar.

“Aunque la moral es un mecanismo para vivir en comunidad, el que esté mediado por emociones como el asco puede conducir a desviarnos de ese objetivo de cooperación y trabajo en comunidad”, precisa.

Parte de la solución a la encrucijada estaría en educar a las nuevas generaciones sobre la importancia de sentir repugnancia por eventos físicos, pero jamás por ciertos grupos humanos o individuos a partir de consideraciones como el color de piel, la posición social, las preferencias sexuales o la filiación política.

Fuente: Unimedios.

Por: REDACCIÓN NACIÓN

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Fecha: lunes - 2 julio - 2018