El cambio climático no sólo se esta dando en los fenómenos naturales y el mal llamado “fenómeno del niño”, que solía aparecer en diciembre ahora lo hace en cualquier época del año y con resultados catastróficos para el medio ambiente, para la economía y con especial énfasis en los más pobres. El cambio también se ha vislumbrado en la política y en la forma de ejercerá, en el futuro que nos espera y la respuesta de un electorado que “no come entero”.
Quienes pretendían condicionar al elector con maquinarias, dádivas y encuestas quedaron postrados en el ejercicio político que por el bien de todos jamás regrese. Quienes aun creen que abrumadoras derrotas en las urnas no son un voto castigo, pues se quedan en el pasado pero es indudable que debe ser un espejo para quienes llevarán las riendas de nuestras administraciones a partir del 1 de enero.
El abstencionismo se redujo pero sigue siendo enorme, la fuerza electoral nueva y joven se hizo sentir, las redes sociales y en especial el periodismo independiente, escaso por cierto, los columnistas y la opinión a través de las redes sociales, pusieron de su parte para que el cambio de la forma de hacer política se hiciera realidad. Claro, hubo excesos no en la crítica si o en la forma de hacerla.
No es lo mismo reclamar obras, exigir un pasado pulcro de futuros gobernantes, que hacerlo como muchos lo hicieron a través de las redes pero que pueden exigir algunos políticos cuando se volvieron cinicos en sus respuestas, alcahuetas con sus funcionarios y recomendados y en especial, políticos que fundamentaban su aspiración en sus conocimientos y experiencia pero que su única plataforma programática era la calumnia y la injuria, e incluso pagaban para su difusión.
Otra enseñanza de estas elecciones, así no se quiera reconocer, es que los medios de comunicación deben ser parte del proceso electoral pero no fanáticos y menos cuando de por medio hay recursos, no por el pago de su trabajo periodístico sino por el apoyo electoral. Y de esto último, estas elecciones marcaron “pauta”.
Esta sencilla radiografía es de todo el país pero aplica de manera especial en nuestro terruño, pero si en verdad los dirigentes no entienden que el “fenómeno del clima politico” está cambiando, la calma después de la tempestad se volverá huracán porque seguirá el interés de denunciar y acusar sin pruebas, calumniar, porque algo queda, mover las fichas de la justicia, no para que haya justicia, sino para quitar del medio al triunfador o poner palos en la rueda del mandatario cuyos votos de opinión salió triunfante y sin que se den cuenta, que todas sus artimañas, van en contra de los ciudadanos a los que aspiran convencer en las próximas elecciones.
Si todos hacemos lo que nos corresponde, el cambio de actitud mostrado el pasado 25 de octubre no será una simple quimera. Que los mandatarios administren y cumplan con los objetivos de campaña. Que los órganos de control y justicia, controlen y hagan justicia. Que el ciudadano exija, participe y colabore, que el periodismo ejerza su noble profesión no de acuerdo al denario sino a sus verdades y convicciones sociales, y que los dirigentes políticos que el nuevo fenómeno es que si no cambian los cambiamos.