Eran casi las 11:00 de la noche. Vladimir Vargas, su esposa Carolina Restrepo y un grupo de amigos llegaron al barrio La Macarena buscando un lugar para cenar.
No eran muchas las opciones. La mayoría de los establecimientos del sector ya habían cerrado la cocina y solo ofrecían licor.
Caminando por la calle 41, justo atrás del Centro Médico La Quinta, encontramos un restaurante en el que un mesero se movía en medio de la oscuridad.
“¿Hay servicio?”, preguntaron los hambrientos comensales. “No señor, ya cerramos”, contestó el mesero, apurado por irse a casa a descansar.
Del fondo del local se escuchó la voz de un joven que salió apresurado: “Sí hay servicio, usted puede salir, yo los atiendo”, le dijo David Díaz al mesero.
David es el dueño del restaurante Riso, una arrocería gourmet en donde se ofrecen más de 15 tipos de arroz y tres variedades de pasta.
“De inmediato organizó una mesa, puso los cubiertos y nos dio la bienvenida. Era extraño encontrar buen servicio en Ibagué, la verdad. Vimos la carta y como era tarde, dije que tal vez no me podía comer un plato entero. David dijo: no se preocupe, les puedo vender media porción de lo que prefieran”, comenta sorprendido Vladimir.
Esa noche David ya se había quitado su uniforme de chef y tenía puesta una camiseta de Millonarios, por lo que todos pensaron que se trataba de un rolo emprendedor en Ibagué.
Nació en Girardot hace 28 años, pero desde los 9 sus padres lo trajeron a Ibagué. Creció en el barrio Parrales y se graduó como bachiller del colegio Gimnasio Campestre.
Luego se fue para Bogotá, donde estudió cocina en LaSalle College. Después viajó a Buenos Aires para estudiar repostería en la escuela Mausi Sebess, en Argentina.
Al regresar al país se atrevió a montar su propio restaurante, pero no quería vender los platos típicos que se encuentran en cualquier establecimiento de cocina en la ciudad.
“Escogí una arrocería porque me encanta el arroz y porque estamos en una tierra donde abunda este alimento”, cuenta David.
Y es que el ambiente es tan personal y familiar que su mamá, Martha Lucía Jiménez, lo acompaña muchas veces en el restaurante para que él esté muy pendiente de la cocina.
Pero si bien la atención es inolvidable, la comida también tiene una calificación muy alta. El arroz cantones, el mexicano y el napolitano cremoso sorprenden a los comensales por su exquisitez.
“Yo siempre he pensado que uno debe tratar a la gente como uno quiere que lo traten. Cuando yo voy a un restaurante busco, más que comer bien, que tenga un buen servicio, entonces como mi mamá está conmigo, yo sé que ella es muy amable y cordial. Por mi parte trato de atender muy bien a la gente”, concluye el joven emprendedor.
¿Dónde está?
Calle 41 #4B-08 Barrio La Macarena / Teléfono 315 245 9184 – 272 39 13